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Quiero tu apellido

Mientras me estiraba y soltaba uno que otro bostezo perezoso, caminé por los silenciosos pasillos, bajé por las escaleras llegando al primer piso donde me encontré con mi madre, tejiendo lo que parecía una bufanda, pacíficamente sentada en el sofá de la acogedora sala de estar.

—¿No es un poco temp...