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Pesadilla real

—Siempre supe que eras una idiota buena para nada, pero eres grande, niña —farfulló, invadiendo mis fosas nasales con su asqueroso aliento a licor. Sentí los fervientes deseos de vomitar, pero me contuve. Sólo podía concentrarme en respirar, en al menos llenar con lo más mínimo mis pulmones—. Eres u...