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Decisiones inesperadas

—¡Pero si la visita todos los santos días! —bufó cruzándose de brazos, indignada con que el pelinegro estuviera más tiempo en el hospital que en la universidad o trabajando—. ¿Qué más necesita de ella ese tonto?

—Es diferente ver a un enfermo postrado en una cama, que a una niña saludable corriendo...