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El amor es mortal 2

—¿Ir a El Arco ahorita? —escucho perfectamente su voz chillona—. Mandaron al imbécil ese para que me invitara a la fiesta para distraerme. Quédate ahí, voy para allá.

Salgo disparada hacia el piso inferior antes de que abra la puerta y me descubra. Bajo de dos en dos las escaleras. Debido a la velocidad apenas alcanzo a frenar cuando colisiono con una persona conocida.

—Tranquila —Germán me estabiliza—. Esa caída habría sido fea —esas palabras me hacen recordar un suceso pasado—. Qué gusto me da verte.

—Oh, pero si el gusto es mío —lo único en que puedo pensar es que este hombre puede llevarme a El Arco—. Sabes, voy de salida, estoy un poco apurada...

—¿A dónde vas? —dice con una sonrisa—. Esto apenas va empezando.

—Bueno... Me enteré de una carrera en El Arco y puedo ganar dinero, que me hace falta.

—¿En viernes? Pero no hay carreras.

—Exacto, porque es de mucho dinero, justo lo que necesito. Perdona, tengo que irme.

Me alejo dos pasos cuando siento como me detiene. Genial, espero que mi técnica haya funcionado.

—Espera —dice con el ceño fruncido, no le sienta mal—. No puedes ir sola, déjame ir contigo. ¿O tienes con quién ir?

Germán es como un ángel caído del cielo. Niego con la cabeza y cuando vuelve a ofrecer acompañarme, le digo que sí.

Por un demonio, la impaciencia y nerviosismo me están matando. Necesito juntar toda mi fuerza de voluntad para no comenzar a mover la pierna como si estuviera convulsionando. Germán me habla sobre cosas a las que apenas atiendo. Sinceramente mi mente está en Catarina y su contacto que le hizo ir a las carreras. Solo espero que no sea una trampa y termine como una idiota. Eso sería lo que me falta para ser una perdedora total.

El camino me parece eterno, pero logramos llegar y me doy un respiro. Germán dice algo, pero solo escucho un zumbido en los oídos, mi instinto me grita que demos media vuelta y nos larguemos, pero no legué tan lejos para echarme para atrás.

—¡Dinaí!

—Eh... ¿Qué?

—¿Me meto por donde la vez pasada?

Asiento y me disculpo por el desconecte. Vaya, que vergüenza, parezco novata.

Definitivamente esta es una carrera más clandestina que las que hay siempre. Hay muy poca gente y los automóviles son de primera calidad. Santa mierda, creo que esto son ligas mayores, parecidas a las que frecuentaba en Estrada. Y esas eran levemente peligrosas.

La llegada de otro coche que se estaciona a nuestro lado, me saca del ensueño. Veo como Catarina sale del asiento del copiloto y corre hacia adelante. Hago exactamente lo mismo y la sigo con Germán pisándome los talones. Nos abrimos paso entre las personas que se arremolinan alrededor de dos automóviles (uno negro y otro gris) y entonces veo como Catarina salta a los brazos de alguien y lo besa. Es el dueño del automóvil negro, supongo.

Justo al lado, Aiden se alza imponente, mirándola con desagrado. Cuando repara en mi presencia, su mirada es de total sorpresa nada de odio. Incluso puedo ver que hay un atisbo de preocupación al verme.

Debería decir algo, hablar y no solo quedarme como tonta viendo ese par de ojos grises. Pero es tan raro, todo es tan surreal, ¿qué diablos estaba pensando al salir corriendo para acá? Tu papá, vas a dar con la verdad con tu papá. Y si me entero de que Valentina no es mala, dejo todo de lado.

Me alegro de tener a Germán conmigo porque de no ser por su mano tomando la mía (creo que fui yo quien la tomó), me caería al piso. Mis examigos se metieron en algo misterioso y posiblemente ilegal, ¿qué tanto pasó durante el tiempo que estuve fuera?

—¿Qué haces aquí?

La voz de Aiden es apremiante.

—Bueno, yo...

Volteo hacia Catarina para tratar de darme una idea de la excusa que voy a utilizar con Aiden, pero entonces ella se separa del tipo al que besaba y le veo el rostro.

Es Mateo. Nuestras miradas se encuentran y siento que mis pulmones colapsan. El aire se ha vuelto mil veces más pesado, el peso del mundo cae sobre mis hombros.

Ha pasado más de un mes desde que discutimos, un mes desde que le dije que se largara y no volviera. Un mes en el que intentaba borrarlo de mi mente. Una parte de mí anhelaba que viniera a Sores para pedirme otra oportunidad y entonces yo accedería sin dudarlo. Pero no creí que vendría a Sores por una pelirroja. Por Catarina.

Vaya, quisiera ser como él y superar a alguien en un mes. Un profundo dolor nace en mi pecho, se retuerce en mi interior y quiebra mis pensamientos. Sí, el amor es mortal.

¿Qué hace aquí? ¿Por qué con la pelirroja? Él estaba buscando a su maldito mafioso. A menos que esté aquí justamente en busca del mafioso ¿Y Elisa o Aiden o ambos son sospechosos? ¿En qué mierda se metieron los imbéciles? Joder, este pueblo era olvidado por los dioses y ahora...

Antes de que pueda expresar un pensamiento de los muchos que se arremolinan en mi mente, alguien me jala del hombro.

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