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Dinaí

Si la gente supiera el daño que ocasionan las palabras, seguramente tendrían más cuidado al pronunciarlas.

A las palabras se las lleva el viento, pero provocan sentimientos; escuchar desencadena una serie de reacciones que culminan en emociones y aunque una acción vale más que mil palabras; uno sigue confiando en letras bien acomodadas.

Pero eso se acabó. Confié en cada cosa que los cercanos a mí me decían, creí cada sonido que salía de su boca, pero al final mintieron. Todos y cada uno de ellos.

Ahora sé por qué Germán nunca cuestionó ninguna acción descabellada por mi parte. Ahora sé que tal vez todo fue montado. Él dijo ya en sus últimos momentos que nada fue fingido, pero tuvo que serlo, pues era policía y si era infiltrado siempre tuvo segundas intenciones.

Ahora entiendo por qué Gustavo me acusó de soplona la segunda vez que fui a El Arco, pues no fui yo quien dio el pitazo de que cayera la policía a El Arco, si no Germán. Y como él se veía tan sincero, tan inocente; nadie sospechó de él. Yo por tonta y ciega, los demás por ineptos. Y le creí, joder, todos le creímos. Juro que lo iba a perdonar; si me daba una buena explicación iba a hacer lo posible por dejarlo pasar; pues al final, sí desarrollé un sentimiento hacia él. Pero se fue antes de poder aclarar algo. No se fue, Catarina lo mató.

Ajá, ella fue. Yo misma estuve a punto de asesinarla, pero él me lo impidió. Mateo, mi alma gemela, quien creí era el amor de mi vida y quien me dijo mi amor, disparó. Entiendo eso, por muy difícil que sea, lo comprendo. Pues yo misma maté anteriormente por salvar al amor de mi vida.

Él hizo lo mismo.

Pero no por comprenderlo duele menos.

Creí que al morir todo desaparecería. El miedo, la incertidumbre, el dolor y la tristeza. Pero cada emoción negativa me acompaña en este limbo. ¿Estaré en el infierno? Si es así, es malo, pero no tanto. Tal vez se trate del purgatorio. Aunque si lo fuera, seguramente papá estaría aquí también; y no lo veo.

Estaba grave cuando lo dejé. Se notaba pálido, su pulso era lento y sus ojos perdían brillo a cada momento. No había nadie cerca cuando me dispararon, me pregunto si la ambulancia llegó a tiempo para salvar a papá. Prefiero que sea él quien viva y no yo.

Lo que más me intriga es saber quién causó tal caos. Sé que llegó El Círculo y del otro bando estaba Aiden y Elisa; mis sospechas eran ciertas: ambos están coludidos. No sé qué tan cercanos sean al mafioso, pero saben algo. ¿Por qué en la boda? ¿Por quién iban?

Ya sé la respuesta. Gustavo trató de matarme, él era hermano de Valentina; quien le clavó el tallo de copa a mi papá seguramente fue ella. ¿Por qué? No lo sé. Lo más que puedo recordar de ella es su tacto frío y su piel pálida. ¿Sería ella allegada al mafioso o tal vez la mafiosa misma? Lo veo viable. Y pensar que al final sí confié en ella.

Ahí está la lección de vida: Nunca confíes en nadie.

"Despierta, Dinaí."

Nel, no quiero. Estoy a gusto así. Aparte si estoy muerta no puedo despertar. A menos que no esté muerta. Pero estoy un 99% segura de que sí porque siento emociones, pero soy etérea. No siento mi cuerpo físico, no siento dolor visceral ni somático. Me volví uno con el viento.

"Despierta, Dinaí."

Creí que vería a mamá. Quiero decir, sí la vi, pero cuando aún vivía. Ahora aquí en el limbo esperaba encontrármela y así ella me guiaría. Si no era ella; mínimo vería a Germán. De eso estaba segura, pues sentí sus labios sobre los míos cuando la vida se me iba. Pero estoy sola, flotando en la nada. ¿Será así para siempre? Qué aburrido.

"Despierta, Dinaí."

Que no quiero, chingada madre. Por el momento me siento bien. Puedo pensar, reflexionar y culparme por ser tan crédula.

Confié en Mateo, tanto era mi amor por él que ciegamente lo seguí. Pero le rompí el corazón cuando me fui, él lo superó rápidamente y halló un nuevo amor. Oh, niña tonta, creí en el amor y como todos, me falló. Si cupido existe, espero verlo en este limbo. Le daré una patada en los huevos por jugar conmigo.

Me viene a la mente Aiden; es un pendejo. Ojalá también lo hayan matado, pero no quiero encontrármelo aquí. No puedo creer que me haya ocultado que su padre tuvo que ver con la muerte de mi mamá. Espero él sí se vaya directo al infierno.

Luego pienso en Elisa; mi ex mejor amiga quien se pasó al lado oscuro y fue parte del secuestro de unas chicas. Pobres, seguramente les prometieron algo bueno y terminaron en trata de personas o qué sé yo. Elisa también se irá al infierno.

Recuerdo los archivos que hallé en mi memoria y qué Germán borró. ¿Cómo supo que tenía esos archivos? Supongo que ya nunca obtendré respuesta. Repaso las caras de las chicas que vi en los documentos. Todas tenían la mirada perdida; parecían muertas en vida. Y luego recuerdo la vez que Mateo y el círculo nos salvaron a Haziel y a mí de ser secuestradas. De improviso me llega la mirada verde de esa chica que estaba encadenada. Una mirada verde, perdida, carente de brillo; bajo la suciedad entreví lo que me parecían pecas. Y recordando bien aquel momento, el cabello enmarañado y sucio era pelirrojo; sí eso es.

"Dinaí, despierta."

Olovorgo, ya muerta me doy cuenta de algo. La chica que vi en el sótano de aquel antro feo era Catarina. Era esa perra. Sé que está mal pensar esto; pero ojalá allí se hubiese quedado.

Mi respiración comienza a acelerarse, escucho a mi corazón latir fuertemente. ¿Qué? Aún muerta me dan crisis de pánico, maldita perra suerte, eso no se vale. Pero entonces comienzo a ser consciente de que el negro se vuelve gris, ahora siento mis extremidades; las cuales comienzan a temblar. Siento que el aire ya no entra a mis pulmones, ¿que está pasando? Todo va mal. He llegado al infierno y mi castigo es sufrir crisis de pánico por toda la eternidad.

De pronto, me invade un sentimiento de odio por todo y todos. Una furia indescriptible se cuela por mi piel y se apodera de mi mente. Me arrebataron todo, me metí en un juego que jamás entendí y perdí. Ya estoy harta, ya no puedo más. Necesito liberar mi enojo, quiero golpear, gritar... matar.

"Dinaí, despierta."

Sí, ya desperté.

Intento respirar, pero algo me lo impide. Mi vista no se acopla, veo todo borroso y brilloso. Una luz pende del techo. Escucho gritos o tal vez murmullos, pero nada concreto. No sé qué dicen. Veo una sombra a mi lado, trato de golpearla, pero no logro moverme... creo que estoy amarrada.

—Dinaí, tranquila —esa voz, ese tono—. Deja de moverte, estás bien.

Pero no, no estoy bien. Estoy destrozada, perdida, enojada. Y siento que nadie me va a poder detener.

Cuando algo pasa por mi garganta e irrita mi interior, siento una quemazón, pero sale por completo y entonces exhalo una bocanada de aire. Al fin.

Que no cometan el error de desamarrarme porque no podré controlarme. Y sí, alguien lo comete, pues siento que se liberan mis muñecas y me levanto lo más rápido que puedo.

Me voy contra la persona que tengo más cerca y sorprendentemente, se trata de Mateo.

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