




La revelación
Mateo
Mateo Payró, eres un imbécil de mierda.
Actué de forma precipitada cuando vi que Dinaí apuntó directo a Catarina quien se hallaba en el suelo molida a golpes y con el rostro ensangrentado. Dinaí la habría matado, no habría dudado un segundo en disparar. Lo vi en su mirada desquiciada, desesperada y segura.
Por mucho que intenté disuadirla de tal error que mancharía sus manos de sangre, fue insuficiente. No es la primera vez que Dinaí asesina a alguien, anteriormente salvó mi vida a expensas de quitarle la vida a otro; a un matón, sicario, secuestrador. Y se lo agradecí y agradeceré cada día de mi existencia. Me prometí a mí mismo amarla y cuidarla de cualquier daño físico y emocional, porque en el momento que accionó el arma y se deshizo de quien estuvo por asesinarme, entendí que era ella con quien quería pasar el resto de mi vida.
Y entonces me rompió el corazón. La misma noche en que salvó mi vida, Dinaí se enfadó, me dijo que jamás quería volver a verme si aún estaba obsesionado con la búsqueda del mafioso. Hizo lo posible por convencerme de dejar la Organización, de volverme un estudiante universitario normal y comenzar el resto de mi vida con ella.
Pero no pude aceptarlo, a pesar de haberlo intentado.
Mi padre fue uno de los perjudicados cuando la empresa en la cual trabajaba quebró y tuvieron que despedirlos a todos. A falta de trabajo, dinero y ego, cayó en depresión y pronto se suicidó. Fue mi madre, quien presa del pánico por mi futuro y el de ella, encontró un trabajo que exigía poco y pagaba mucho. Todo empezó con viajes cortos, era tan simple como cambiar una bolsa de basura de destino, hacer entregas anónimas de paquetes y quedarse parada en algún punto durante un par de horas antes de poder retirarse. Sencillos, sí, pero peligroso. Al ser un adolescente egoísta, no prestaba mucha atención a mi alrededor; vivía bien, tenía comida y techo, no existía problema alguno.
Cuando cumplí los dieciséis años, comprendí lo que mi madre hacía y el tipo de gente con el que se estaba metiendo: traficantes de droga, corredores de apuestas ilegales, etc. La confronté y me ofrecí a trabajar en lo que fuera con tal de que ella pudiera cambiar de trabajo. Porque no solo era peligroso sino era parte de una red que hacía mucho daño a las personas. "Un último trabajo" prometió "Con la paga tendremos un ahorro." Me negué, por supuesto, le pedí que no lo hiciera y aun así; aceptó llevar una bolsa de un basurero a una cabina telefónica.
La bolsa tenía cocaína, los policías dijeron que posiblemente la competencia se enteró y por eso la mataron cuando se robaron la mercancía.
La policía jamás dio una respuesta concisa; los culpables jamás fueron hallados. La policía siempre tuvo miedo de enfrentarse a los mafiosos magnates así que el asesinato de mi madre quedó impune... y yo quedé huérfano. Mi tío se hizo cargo de mí, pero no quería ser una carga; sinceramente a mí me consumía el deseo de venganza. Odiaba a los traficantes, odiaba a la policía por inepta y me odiaba a mí mismo por no seguir a mi mamá el día que la asesinaron.
Me hundí en el alcohol y disfrutaba meterme en riñas que seguramente acabarían mal. Durante una riña por una chica cuyo nombre ni recuerdo, conocí a Flavio Roche. Él fue mi salvavidas; me ayudó a levantarme, a limpiarme y me habló de la Organización. Siendo él mismo un novato; no pudo decirme mucho, pero cuando escuché que me pagarían bien por entrenar, estudiar y prepararme para hacerle frente al crimen organizado y demás cuestiones que la policía generalmente pasaba por alto... Acepté.
Porque así como el crimen no respetaba leyes, nosotros tampoco lo haríamos. No teníamos que seguir protocolos extenuantes y largos para atacar y estaríamos preparados física y emocionalmente para cualquier situación. Y sobre todo, no dañar a inocentes. Era mi trabajo ideal, una oportunidad de oro.
Y cuando fui aceptado me prometí acabar con todo. Tirar cualquier mafia, res de trata o lo que fuera. Sentí que hacía algo bueno por la gente, que sería una buena forma de vengar a mi madre y me rehice a mí mismo. Esa autodestrucción quedó atrás, renací y me convertí en un guardián de la justicia y protector de inocentes... ¿cierto?
—Te juro que no lo hice a propósito —la mano de Dinaí está tibia, siento su pulso en la muñeca—. Era hacia tu mano, pero...
Pero Flavio se metió. No permitiría que Di matara a alguien que no había hecho algo del todo malo. Estoy de acuerdo con su furia, Catarina le disparó al chico con el que estaba prometida. ¡A un policía! Porque ahora que el detective Serrano se puso en contacto con nosotros y decidió unir fuerzas para acabar con esta enorme red criminal nos han facilitado archivos con las identidades y datos principales de los infiltrados y encubiertos. Los grandes jefes, Flavio, Emma y yo sabemos de eso; pero debemos mantenerlo confidencial para evitar que los agentes sean descubiertos y corran peligro.
Eso fue lo que ocurrió cuando mataron a Darío en la Universidad de Sores; era agente encubierto (contrario a lo que yo pensaba), alguien lo descubrió y lo asesinó. No podemos permitir que ocurra de nuevo. El ex prometido de Dinaí; Germán, era uno de los agentes encubiertos. Lo matricularon en la universidad privada y cumplió con su misión...hasta que por alguna razón se rehusó a cumplir una orden y lo tacharon de traidor.
Sigo sin comprender como es que Dinaí pudo hacer un compromiso de tal magnitud en tan poco tiempo y más con un agente encubierto. Dudo que si quiera lo supiera. Una parte de mí quiere creer que todo fue un acto, una distracción o qué sé yo...tengo esperanza. El día que se encontró el cuerpo de Darío, ella tuvo una crisis; desde que la llevé al médico en Estrada y empezó el medicamento las controlaba bien, pero cuando mató al tipo tuvo un ataque, cuando la vi en El Arco y tuve que fingir que no la conocía tuvo otra y el día que pensó que era mi cadáver el que estaba tirado en el suelo tuvo otra. Quiero pensar que aún siente algo por mí, que no ha olvidado todo por lo que pasamos en Estrada.
Porque cuando me dejó me rompió el corazón, cuando la vi portar el anillo de compromiso rompió mi alma; pero nació la chispa de esperanza aquel día que la saqué de la multitud y logré calmarla. Así que sí, la investigué, traté de vigilarla lo más que pudiera y la saqué de El Arco el día que llegó a reclamar lo que de su padre y ella tuviéramos. Planeaba hablar con los grandes para convencerlos de dejar de lado su caso y centrarnos en los verdaderos sospechosos; pero fue demasiado tarde. Alguien robó los documentos y no hizo falta hablar con nadie.
Al final, todo se fue a la mierda porque el detective Serrano y el cuerpo policial quienes se unieron a nosotros poco después del asesinato de Darío, informaron sobre una probable aparición del mafioso y si no, de su gente de confianza. La sorpresa fue que casualmente el evento en cuestión era una boda; la boda del padre de Dinaí. Yo no sabía que tenían algo que ver, sigo sin creerme que ella o su padre tuvieran nexos con el crimen; pero ahora ambos son principales sospechosos. A Dinaí la tenemos aquí (por mi culpa), pero su padre se quedó en la boda, nadie pudo recogerlo.
Soy un idiota. La traje a la boca del lobo y la herí. Aunque no fue mi intención; solo apunte a la muñeca y...
Fue desviado el tiro y no solo la bala atravesó el abdomen, sé que la herí emocionalmente y ¿cómo no si ella pensó que le di por preferir a Catarina? Pero no, lo juro. No pude dejar que matara a Catarina porque al final, Dinaí se iba a arrepentir. Ella no está hecha para matar en frío; no es de las que se aprovechan. Hay tanta bondad, cariño y empatía en ella que si dejaba que accionara el arma durante el arranque de furia y desesperación, quedaría herida por lo que hizo. Y sí, Flavio me movió; la trayectoria se cambió; pero mi intención no era dañarla de gravedad.
Aún tengo la imagen de mi amor cayendo al suelo, de su rostro repleto de sorpresa mezclada con dolor; su mirada perdida mientras una lágrima caía suavemente por su mejilla. Dije su nombre una y otra vez, pero no reaccionó. Mis manos estaban manchadas de su sangre por mi intento de parar la hemorragia. Mis lágrimas cayeron sobre su rostro y su ropa al darme cuenta de lo que ocurrió.
Y entonces la besé. Uní mis labios a los suyos en un intento desesperado por anclarla a la vida.
Estábamos atrapados en el fuego cruzado; la artillería pesada de los criminales llegó al final. Tuvimos que retirarnos, ordenaron el desalojo. Mientras el enemigo se llevaba a sus heridos y nos daba con todo; nosotros escapábamos. Tomé a Dinaí e hice todo para salir de ahí.
Siempre supe que era una mujer fuerte, decidida y con voluntad de hierro, el verla aún luchando por vivir solo lo corrobora. Intubada, con mil cuidados y sedada, se esfuerza por estar aquí. La veo pálida, su hermosa piel morena está vasto de color, pero siento su pulso, la siento a ella.
Acaricio su mejilla, al menos está tibia. He estado con ella cada minuto desde que la traje conmigo (obligué a Flavio a conducir a máxima velocidad), pero es momento de enfrentar las consecuencias de mis actos.
Beso su mejilla y su mano y salgo del cuarto. Exactamente a dos recámaras de ahí; Catarina está internada. Dos días son más que suficientes para su recuperación, sus heridas no eran tan graves, sin embargo, los jefes quieren tenerla en perfectas condiciones. Gracias a ella fue que reconocimos a Aiden Laredo y gracias a él dimos con Elisa Campos; la mujer efectuó un secuestro. Aparte, es Catarina quien estuvo más cerca del mafioso y sigue con vida. Es una pieza principal en este juego y los "grandes" la quieren en perfectas condiciones.
—Veo que estás mejor.
—Es lo que digo —Catarina me sonríe, por más que lo intento, no logro sonreir de vuelta—. Pero insisten en tenerme aquí. Me siento inútil... y sola.
Ya. Dicen que los hombres no entendemos indirectas, pero esa la capté enseguida.
—Estuve con Dinaí —suelto sin más, Catarina arruga la nariz—.No ha mejorado, pero tampoco empeora.
—Casi me mata —espeta—. Sigue siendo sospechosa, ¿sabes? Ya abre los ojos, nos verá la cara a todos.
Sospeché de ella en cuanto la vi llegar a El Arco, sospeché de ella cuando me enteré que tuvo lazos con Aiden y Elisa y sospeché de ella cuando supe que el guardián de El Arco, Gustavo, era medio hermano de Valentina: Una mujer misteriosa, joven y prometida del padre de Dinaí. Recabamos demasiada información en tan poco tiempo, justo cuando reconocí el olor a loción masculina y jengibre nos pusimos a investigar. De Gustavo sabemos que era drogadicto, posteriormente fue camello, desapareció del mapa un tiempo y finalmente se hizo de un lugar en Sores (no lo tenemos por seguro, pero creemos que a quien respondía era el mismo que Aiden: el criminal). De Valentina no sabemos gran cosa, buena hermana, varias veces le salvó el trasero a su pariente y desapareció del mapa en las mismas fechas que su hermano. Reapareció en Francia donde estudió Comercio y conoció al padre de Dinaí durante un congreso en Alemania. ¿Coincidencia?