




La boda
Me levanto y casi aviento la computadora. Siento mi rostro arder de ira, siento mi respiración volverse rápida y pesada. Mi pulso se dispara y puedo sentir palpitaciones. Siento el mareo y dos segundos después aparece la náusea. No logro llegar al baño, justo en el umbral tengo una arcada y luego vomito. Estoy temblando, ni siquiera puedo pararme. Siento frío, calor, dolor y la cabeza está por reventarme. Aparece el ya conocido dolor en mi pecho, me oprime hasta que está a punto de acabar conmigo. Trato de llegar a mis medicinas, junto la fuerza de voluntad necesaria para moverme un poco, pero no lo logro. Malditos ataques de pánico, odio esto. No puedo respirar, mi corazón late demasiado; sé que voy a morir. Lo último que pienso antes de que todo se vuelva negro es que si lo que dice la religión es cierto, al menos veré de nuevo a mi mamá.
Un rayo de luz cae sobre mi rostro. Quema. Es molesto, pero no tengo la fuerza suficiente como para abrir los ojos, menos aún para moverme. Un gruñido proveniente de mi estómago hace eco en mis oídos. ¿Tengo hambre? Creo que sí.
Suelto un quejido cuando intento moverme, me duele un poco el cuerpo, más que nada es malestar. Junto la fuerza de voluntad para abrir los ojos y veo directamente a la ventana. Y entonces los recuerdos de la noche anterior llegan a mi mente.
Hago el esfuerzo de levantarme rápidamente, oh, mierda, estoy en la cama. En mi cama y lo último que supe fue que me quedé tirada en el piso después de mi crisis de pánico o lo que fuera eso. Me asomo hacia el baño esperando ver el desmadre ocasionado, pero todo está en orden. No hay vómito en el suelo, mi computadora está sobre el escritorio y no hay rastro del sobre de papel que guardaba el CD ni el trozo de papel doblado.
Brinco hasta llegar a mi computadora, la enciendo lo más rápido que puedo y me impaciento. En lo que enciende la porquería esta me acerco a la ventana y reviso que esté bien cerrada, con seguro. No recuerdo si la cerré o no, en realidad no estoy segura. La verdad está cerrada, pero sin seguro; cualquiera pudo haber entrado o salido y como estaba inconsciente en el piso; ni cuenta me di. No hay signos de que alguien entrara, no hay tierra, no hay huellas, ni siquiera hay marcas en la ventana. Mi puerta está cerrada, pero igual por ahí alguien pudo haber entrado; excepto que tuvo que haber pasado por abajo en donde estaba papá y Valentina y suponiendo que ellos estuviesen durmiendo, la puerta se cierra con seguro.
Regreso a la computadora y mis sospechas se han vuelto reales: El disco desapareció, no hay rastros de los documentos que vi el día anterior.
Suelto un grito de furia. ¿Cómo pude dejar que eso pasara? Aunque claro, mi ataque de la noche no lo pude controlar. Pero la cuestión es: ¿Quién fue? Dado el contenido del disco, yo diría que el culpable es Aiden... es más, estoy segura.
Pero también está la cuestión de Germán, pues ayer vi el depurador en su coche, accidentalmente lo encontré, sí, pero eso da pauta a que él también fuera parte de algo más grande, peligroso e incluso de la mafia misma. Si él fue quien me robó los archivos que tenía en mi USB, ¿cómo supo que dónde y con quién encontrarlos? Porque alguien tuvo que decirle porque yo no lo conocía antes de volver a Sores. Y si me robó esa información, seguramente también fue capaz de meterse a mi casa, a mi habitación y robar el disco que contenía todas las pruebas del asesinato de mi madre. Pero ¿por qué Germán querría esa información? No tiene sentido, tuvo que ser Aiden, no hay de otra.
Salgo de mi habitación y me encuentro con que papá y Valentina están desayunando tranquilamente mientras cada cual lee lo que es de su interés. Son una pareja normal de esas que salen en televisión, por dios, parece tan perfecto. Tengo que decirle a mi papá, eso está claro, tengo que informarle de mi nuevo descubrimiento, pero no tengo pruebas y si armo un escándalo el día de su boda, estoy segura de que jamás me lo va a perdonar. Y menos si es frente a su prometida.
Doy los buenos días y sin decir a donde voy ni qué haré, salgo después de murmurar un: "Regreso pronto." Corro lo más rápido que puedo hacia la casa de Aiden, maldita familia de mierda, son unos mentirosos de cagada. El señor me prestó un coche, un jodido automóvil porque se lo pedí. El rostro amable escondía más por debajo, le creí que era bueno, le creí que le caía bien...voy a matarlo. Yo sabía que el señor no tenía mucho dinero, pero ahorrar tanto y usarlo para matar a alguien es extremo, definitivamente odiaba a mamá y necesitaba descubrir por qué antes de torturarlo hasta que me ruegue que lo mate.
Llego a la casa y aporreo la puerta, quiero que me abran, pero nadie atiende. Me asomo por las ventanas, sin embargo, el interior está iluminado únicamente por la luz que entra del exterior y no hay nadie a la vista. De hecho, la casa se ve algo vacía, como si faltaran muebles o algo. La puta madre, no sé qué hacer. Llego hasta la puerta trasera y logro abrirla con un clip que traigo en el bolsillo. Bendito sea Mateo que me enseñó a abrir cerraduras y candados; o sea sigo sin perdonarlo del todo, pero le agradezco esto.
Entro y lo único que rompe el silencio es el chirrido de la puerta. Espero unos segundos por si acaso hay alguien en casa y se le ocurre bajar ahora que quien aporreó la puerta ya está en el interior. Al ver que nadie baja y que por lo visto la casa está solitaria, entro y reviso cada maldito rincón en busca del disco, del trozo de papel o de cualquier cosa que sirva como prueba de que el asesino intelectual es el señor Laredo.
No traigo reloj ni teléfono, pero calculo que estoy una hora buscando. Muevo muebles, reviso cajones, entro a la habitación principal, busco bajo el colchón y en cualquier lugar que pueda guardar un secreto. ¡No encuentro un pito! Finalmente, me meto a la habitación de Aiden: Es cálida, pequeña (incluso más que la de invitados o el estudio), sencilla y el aroma a él inunda el lugar. El aspirar tal olor hace que me ponga nerviosa, incluso incómoda, pero sigo firme con mi misión. Busco bajo la cama y en los documentos que hay en el escritorio, pero solo son cosas de la escuela y dibujos de paisajes. Me aventuro al armario y encuentro una caja; en el interior hay papeles doblados por la mitad. Debido a que estoy buscando respuestas, me aventuro a leer el interior del papel. Mala idea; la caligrafía de Aiden está en el interior y no solo eso, si no que es una carta y está dirigida a mí. "Querida Dinaí:..." Oh, no, doblo de golpe la carta y la aviento a la caja. De verdad, no debí abrir eso.
Tengo que echar un vistazo a cada papel para cerciorarme que no se me va una pista ahí. Al final, siento un peso enorme en mi pecho: todas eran cartas dirigidas a mí y aunque no me atreví a leer una sola; tengo un sentimiento de angustia y pesar. Que se joda Aiden, jamás le perdonaré lo que me hizo ni por mil cartas que escribiera y menos aún ahora que sé que él sabía que su padre mató a mi mamá. Después de matar al señor Laredo, lo mataré a él; pero lo haré sufrir mucho más.
Así que fracasa mi búsqueda, es hasta entonces que me doy cuenta que el lugar está tan limpio y tan ordenado que pareciera como si nadie viviera ahí. ¿Estarán en otro lado? ¿Desde cuándo no están en su casa? ¿O es que solo son muy ordenados? Porque recuerdo que el taller del señor Laredo generalmente estaba hecho un desastre. Y Aiden no era el chico al que le encanta limpiar.
Aparte, ¿quién no está en su casa un domingo por la mañana? Claro, la gente deportista, estudiosa, que está de vacaciones o que esconde algo.
Suspiro fuertemente, tal vez Aiden no me robó el disco, pero si no fue él, se me ocurre que se trata de Germán (lo cual no tiene sentido) y si no, no tengo idea.
Tendré que decirle a papá. Sé que no me creerá, pero debo hacer el intento.
Una vez que estoy de vuelta en casa, veo que Valentina ya se ha ido con sus damas o qué sé yo para prepararse para la boda. Los amigos de más confianza de papá seguramente llegarán pronto, pero por suerte, tengo este tiempo para poner mis cartas sobre la mesa.
—Papá —digo en un hilo de voz—. Hay algo que tengo que decirte.
—Claro, adelante —me contesta tranquilo, no quiero arruinarle el momento—. Sirve que me distraes de estos nervios. Aunque no estoy tan nervioso como en la boda con Rosanna.
Y vaya que lo va a distraer. Perdóname, papá, es momento de echar la bomba.
—A mamá la mataron —arquea ambas cejas y luego frunce el ceño, seguro no se lo esperaba—. No fue un accidente, fue un asesinato planeado por Bernardo Laredo, el papá de Aiden. Lo sé porque robé un disco, lo encontré en el casillero de Aiden y me lo traje —me mira entre asqueado y confundido—. Ahí vienen todas las pruebas, al menos lo básico para poder culparlo...es solo que el disco desapareció.
—¿Cómo que desapareció?
—Sí, ayer en la noche me peleé con Germán, llegué a ver el disco, entre en crisis, me desmayé y cuando desperté hoy ya no estaba el disco.
Vale, ahora que me escucho en voz alta me doy cuenta de que sueno como loca, seguramente parezco paranoica y delirante, pero es la verdad. No pude haber imaginado nada de eso, ¿verdad? Aun así, papá no parece creerme, sus ojos se tornan enfadados, sus facciones se endurecen y al abrir la boca, me doy cuenta de que cometí un grave error.
—Te enseñé la carpeta de investigación, te mostré fotografías cuando saliste con la loca idea de que tu madre estaba viva y ahora sales con que un disco desaparecido prueba que tu madre fue asesinada —su tono es tan duro y golpeado que me siento mal—. ¿De qué se trata esto? Entiende que, aunque no quieras, Valentina será mi esposa. ¿Cómo te atreves a decirme esto el día de mi boda?
No sé, no tengo idea, solo lo descubrí y quise contárselo a quien más confianza le tengo. Sé que está enojado, sé que en este momento está decepcionado, porque, ¿qué clase de hija le arruina el día de su boda a su padre y sin pruebas que lo ameriten? Sí, entiendo su enfado, entiendo que él ya pasó página, yo solo necesitaba que investigaran de nuevo y metieran a la cárcel al asesino.
Dejo a mi padre quien me ha dejado en claro que por el momento no quiere verme. Vale, hay gato encerrado aquí y de una u otra forma voy a descubrir qué está mal aquí. Si no se hace justicia por la muerte de mamá, tendré que encargarme yo misma. Por lo pronto, mañana mismo iré a la comisaría, si no recibo respuesta, investigaré por mí misma y entonces cobraré venganza.
Después del mal rato, decido ya no darle problemas a mi padre, me tomo mi tiempo para desayunar, comer y posteriormente bañarme y arreglarme para la boda. No he sido la mejor hija en todos estos años, pero puedo intentar serlo por al menos un día.