




El detective II
¡¿Enfermo?! El papá de Aiden, el señor mecánico que se veía fuerte e imponente, pero en el interior era todo un personaje, ¿está enfermo? Esa no me la esperaba. Miren, yo sé que no es humano el querer que alguien que te hizo sufrir sufra de la misma manera, pero hay un sentimiento dentro de mí que no augura nada bueno. "Seguro tu padre se enfermó porque se arrepentía de tenerte como hijo." Oh, suena tan tentador, pero jamás sería capaz de hacerlo, no soy ni la mitad de mala que él...aunque yo ya maté a alguien y él (que yo sepa) no.
—¿Enfermo?
La chica me voltea a ver como si fuera un extraterrestre.
—Pues sí, ya sabes, esto del cáncer y no sé qué —la chica frunce el ceño—. Oye, sé quién eres. Aiden te humilló el otro día, apuesto a que se conocen ¿cómo no vas a saberlo?
—Estuve un año fuera —digo apartando la mirada—. Aparte, no me llevo bien con él.
—Bueno, no digas nada, aquí nadie quiere ser enemigo de Aiden —continúa como si nada—. Yo estaba en prepa privada, pero dicen que en la prepa pública una chica lo hizo enfadar y él se desquitó con ella a tal punto de volverla la peste de la escuela. Por eso el día que vi que te hizo esa broma no quise ni hablarte, ¿le hiciste enojar?
La respuesta es sí. Sí porque el imbécil no fue lo suficientemente maduro para decirme que me quería. Habría sido épico porque él me gustaba a mí, lo amaba, pero el imbécil nunca me dijo (yo tampoco se lo dije) y todo se fue a la mierda. Me pregunto qué diría la chica si le digo que la chica bulleada soy yo. ¿Acaso no se lo imagina? Es que es idiota, seguramente.
—Algo así —respondo y de pronto ya no quiero hablar con ella—. Le gané una carrera y creo que se sintió.
Abre la boca en sorpresa y casi parece que se le van a salir los ojos de las cuencas. Si no me hubiese puesto de mal humor seguramente ahora me carcajearía.
—Oh, dios —dice en un chillido—. ¿Eras tú? Es que vi el video de las redes antes de que lo borraran, pero tu cara casi no se ve, la de Aiden totalmente y pues...
Dejo de escuchar. La chica no me ha desagradado, al contrario, parece amigable y todo, pero ya no tengo ganas de ser sociable. Me arrepiento totalmente de querer hacer amigos, a veces es mejor estar sola.
La gente comienza a llegar. Tarde, pero llegan. Camila no paró de hablar hasta que las dos chicas que son pareja entraron al aula. Y entonces por fin hay calma.
Las clases transcurren con normalidad, las dos horas de cada materia me parecen infinitas, pero hoy me ha gustado laboratorio de biología, es una materia que tomo con grupo distinto, así que me libro de la tal Camila, sin embargo, después ya no me la encuentro. Tal vez mejor no quiera estudiar Literatura o parecido, tal vez me decida por Veterinaria, puedo poner un consultorio y ver perritos, gatitos y lagartijas. Hablando de animales, tal vez quiera adoptar un perro de los que están en el refugio. Hasta puedo entrenarlo para que haga trucos y así.
Justo cuando estamos por terminar y me imagino la comida que probablemente mi padre cocinó, un hombre vestido de traje, bien peinado y con bigote, se mete al aula. Creo que es el director, tiene toda la pinta. Justo detrás de él, entra otro hombre. Le calculo treinta cuando mucho; es alto, de cabello ondulado claro, facciones duras, ojos ámbar y un cuerpo que logra impactar a la mayoría de las chicas (yo incluida), perdón, Germán.
El tipo en cuestión viste de forma graciosa: pantalón, camisa y sombrero, porta un saco color beige y es tanta su elegancia que me siento como una vagabunda con mis pantalones de mezclilla y mi blusa verde. Trato de evitar verlo de frente, de la nada me da vergüenza que me vea, pues varios pensamientos indecorosos pasaron por mi mente y todos tenían la imagen de él. No tengo novio, pero se siente traición hacia Germán. Aunque es distinto, los ojos de este tipo son duros, fríos; en Germán hay pura ternura.
Me quedo estática, apenas respiro. Es como el viejo dicho de: "Si no te veo, no me ves." Pero es imposible, siento su mirada. Alzo la vista y veo que ni siquiera me está viendo a mí, ve a mi compañera de hasta atrás. Eres bien ridícula, Dinaí. No todos se fijan en ti, dah.
—Estimados alumnos, soy el director Mauricio Fajardo, ya muchos me conocen —ajá, dentro de esos muchos no estoy yo, pero reconozco la voz que salió del megáfono el día de ayer—. La tragedia de la que fue testigo nuestra universidad es un hecho jamás visto. En este momento se están llevando a cabo las investigaciones correspondientes —mi mirada vuela de nuevo al hombre guapo, lo analizo de cabeza a pies ¿tendrá treinta? Y entonces su mirada cae en mí, aparto rápidamente la mirada—. Como universidad estamos cooperando con la policía facilitándoles la información que requieren para esclarecer los hechos y hacer justicia a su compañero —y entonces señala al hombre guapo, pero yo sigo viendo de frente al director—. El detective Serrano está aquí para hacer preguntas. Ya ha interrogado a los conocidos de Darío, pero quiere hacerles preguntas a algunos de ustedes. Por favor cooperen.