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El que busca encuentra

Hace 3 años

—Di —mi padre entró a mi habitación—. Voy a salir, tu mamá ya está por llegar, ayúdala a empacar o en lo que se le ofrezca.

Claro, él podría ayudar a mamá, digo, hoy tiene el día libre, pero no, me mandó a mí. Siendo sincera, no tenía nada mejor que hacer; al menos haría algo de utilidad en lugar de estar viendo videos musicales durante horas.

La realidad es que pensaba ir a la escuela para ver si podía inscribirme al equipo de atletismo, pero al ser fin de semana, me ganó la flojera; ya iría el lunes. Nunca fui muy deportista, pero últimamente quería entrar a una actividad por las tardes y fin de semana. Era difícil pasar los días cuando tu única amiga era toda una diva quien se la vivía en su enorme casa probándose ropa y exigiendo zapatos o bolsas nuevas. Elisa era mi mejor amiga y la querría toda la vida, pero vamos, no siempre estaba de humor para escuchar su charla sobre cantantes, actores, moda entre otras cosas. Aparte, en fin de semana casi siempre se la pasaba en el spa con su mamá o en el salón de belleza; yo no estaba muy interesada en eso. La verdad es que incluso entre mejores amigas se necesita un poco de distancia a veces; igual pasa con los hermanos (es lo que me han dicho) e incluso con tu pareja. Y sí, le debía a Elisa mucho, literal, ella llegó a salvarme de sufrir de más durante la preparatoria.

Este segundo año ha sido pesado, humillante y desgastante, pero al menos mi promedio ha subido un poco y ya no lloro por las noches. Me he defendido de Aiden más de una vez, incluso lo puso en su lugar hace tres semanas y por el momento las cosas se han calmado un poco. Si entro a atletismo, tal vez conozca gente nueva y algún chico interesante. Recuerdo a Joel de pronto, su rostro es borroso y ni siquiera recuerdo su voz ¿En qué estaba pensando cuando perdí mi virginidad con él? Me gustó mucho, me agradó e incluso me hizo reír varias veces, pero lo conocí por un mes, no puedo creer que hiciera eso. Digo, estuvo bien y todo, pero ahorita no le veo caso. Al menos tuve la experiencia, una experiencia que no pienso contarle a nadie. Ni Elisa, ni mi madre, menos aún mi padre. Es algo especial y por el momento no diré nada.

Alguien abre la puerta y veo a mi mamá sonreírme.

—¿Todo bien, Di?

—Sí, ¿te ayudo a empacar?

No hay mucho que hacer, en realidad, mi mamá ya tenía todo preparado. Se va una noche nada más, no pregunté mucho. Cuando papá llegó hace dos días y subió al cuarto con mamá, no pensé en espiarlos, cuando mamá bajó y dijo que saldría un momento, tampoco pregunté y cuando al otro día dijo que tendría que irse por una noche, no le tomé importancia. Si tenía asuntos que resolver, adelante.

—Más vale que me vaya pronto —echó un vistazo a su reloj—. Tengo cosas que arreglar, regreso mañana.

Asiento con la cabeza y me despido escuetamente. La veo partir, alejarse hacia el coche. Nunca he visto que mis padres discutan fuerte, si acaso hay una discusión entre ellos, se resuelve rápidamente. Viéndola así, tranquila, me dan ganas de tener una relación como la de mis padres. Amorosa, feliz, constructiva.

Como a las siete de la noche llegó papá. No pregunté en dónde estuvo, pero se veía cansado, más que nada desanimado. Casi nunca lo veía así. Me dijo que estaría en su habitación, qué si necesitaba algo, le hablara. ¿Qué iba a necesitar?

Estuvo encerrado cerca de dos horas, luego salió y me llevó a cenar. Charlamos, reímos, platicamos de la escuela y cosas triviales. Más tarde llegamos a casa y le pregunté si sabía a qué hora llegaría mamá. Me respondió que no sabía, tarde, probablemente, pero que no le llamáramos porque si estaba manejando, podría distraerse.

Y me quedé dormida, no supe en qué momento ni en qué canción, pero me desperté de golpe y vi la luz apagada y el teléfono bloqueado. Me levanté con dificultad, de esas veces en que te hallas más dormido que despierto, pero sientes que es momento de pararte. Y entonces oí la voz preocupada de papá, el lamento y posteriormente sus pasos corriendo hacia aquí.

—Es tu mamá, tuvo un accidente —papá apenas podía mantenerse en pie—. Han dicho que fue grave.

Ni siquiera me cambié de ropa (por suerte no estaba en pijama), salimos de ahí y mi papá condujo hasta llegar a la estación. Supuse que al no ver una ambulancia las cosas no estarían tan graves como papá me hizo creer; sin embargo, al entrar por las puertas y ver como varios compañeros de papá se acercaban a él con rostro sombrío; lo entendí todo.

Papá entró al anfiteatro para reconocer a mamá mientras un buen amigo de papá me sostenía, pues yo también quería entrar para ver a mamá. Lloré y grité, entre dos me sostuvieron, pero yo quería verlo, necesitaba verlo. Quería ver una vez más a mamá.

Supe después que papá se derrumbó en el anfiteatro, su más cercano compañero tuvo que ayudarlo a ponerse en pie. Subieron, me encontraron, papá me abrazó y me dijo la realidad; que mamá ya no estaba con nosotros.

Y a partir de ahí todo terminó de derrumbarse. Papá dejó su trabajo, se deprimió, yo me convertí en la chica bulleada y humillada cuya madre ahora estaba muerta. Perdí el interés en inscribirme a alguna actividad deportiva mientras mis calificaciones decrecían. Lo único que podía pensar era el por qué no la abracé una última vez. Fui una buena hija, estaba en paz con eso, pero tal vez debí despedirme bien.

Ahora

Recorremos el camino en silencio. Me distraigo hablando con Germán. No le digo sobre mamá, más bien me disculpo por irme y le platico sobre la tarea imaginaria que estoy haciendo.

Llegamos a la estación y me bajo corriendo sin agradecerle a Valentina el haberme traído. Podrá no ser la mala ahora, pero no pediré disculpas por haber desconfiado, como ella dijo: la familia es primero. Dentro del revoltijo que traigo en la cabeza, hay una pieza suelta, lo sé, pero en este momento no logro acomodarla. Algo se me escapa y no puedo pensar qué. Al menos no en el estado en el que me hallo.

Me encuentro a papá sentado en una banca mientras bromea con sus antiguos compañeros. Luce feliz, lo veo radiante y espontáneo que por un momento olvido que estoy enfadada con él. Me detengo y observo la escena. De vuelta al pasado, cuando mamá y yo visitábamos a papá en la estación, cuando nos abrazaba y sonreía al vernos. Una lágrima cae por mi mejilla, la seco y camino hacia papá.

Lanzo las fotografías y la carta a la mesa interrumpiendo la charla que tienen. Las risas de pronto dan paso a un tenso silencio.

—Ah, Dinaí.

Que ni se ponga de digno, que yo puedo ponerme peor.

—Beric, ¿podrías hacerme el favor?

Al tal Beric no lo conozco, ha de ser nuevo o tal vez entró cuando estuve en preparatoria que casi no visitaba a papá.

Sigo a mi padre y al oficial por algunos pasillos, bajamos unas escaleras y entramos por una puerta cerrada con llave. Un foco se enciende y una blanquecina luz ilumina el lugar. Hay muchos estantes con varias cajas acomodadas sobre ellos. Nos dirigimos al último estante. Beric se agacha y toma una caja del primer estante, se lo entrega a mi padre.

—Bueno, los dejo —dice con incomodidad—. Ya sabes qué hacer después, Macías.

Beric se va y nos quedamos solos en la habitación. Mi padre saca un informe grueso y me lo pasa. Lo tomo casi arrebatándoselo y empiezo a hojear.

—Sí, desconfié de tu madre cuando se empezó a portar extraño conmigo, ya no era la misma, algo cambió —dice mientras hojeo los informes y él mira las fotos que le aventé—. Contraté a un investigador para que me dijera si me era infiel, me consiguió las fotos que encontraste y fue lo único que recibí.

—Nunca me dejaste ver el cadáver.

—Sabes, desde que ocurrió lo de tu madre, siento que inconscientemente no lo aceptaste, así que debí hacer esto hace mucho tiempo.

Está el informe del perito en hechos de tránsito, según esto, el automóvil iba a alta velocidad, pero no lo suficiente como para salir del camino y caer por un barranco de veinticinco metros de altura, sin embargo, las marcas en el suelo indicaron que frenó de golpe y viró el volante; eso ocasionó la caída. Había un venado muerto a mitad del camino, sus heridas fueron varias, pero lo que concluyeron fue que murió por un golpe ocasionado por un objeto pesado a gran velocidad. Un animal causó el accidente.

El informe del mecánico concluyó que el automóvil estaba en perfectas condiciones antes del accidente, así que no se trataba de una falla mecánica o algún desperfecto doloso; no fue homicidio. El coche sufrió muchos golpes al caer por el barranco, así que no era posible decir qué tan fuerte chocó el coche con el venado. De hecho, dice que tardaron cerca de una hora en reportar el accidente y otras tres para recuperar el automóvil, pues se necesitó de maquinaria pesada. Por lo que leo, de puro milagro no se incendió el coche y perdieron el cuerpo.

El informe médico forense es el más complicado de leer. "Causa de muerte del occiso: Cercenación de tronco encefálico secundario a fractura de vértebras cervicales. Se presentó hemorragia subdural secundaria a traumatismo craneoencefálico severo. Además, el occiso presenta fracturas múltiples: en hueso vómer, parietales, frontal y nasal. En húmero derecho e izquierdo, fémur derecho, tibia y fíbula bilaterales. Fracturas costales bilaterales de cuarta a sexta y séptima costilla derecha. Hemotórax derecho debido a punción generada por quinta costilla derecha." Mamá murió por una hemorragia en su cabeza y aparte de ello sufrió mucho con todas esas fracturas y lo que sea que hemotórax significara.

Hay fotos adjuntas del cadáver, lo que más me interesa.

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