




Capítulo 24: Reencuentro
—Como siempre estabas en lo cierto —dijo Andrea, mientras él y Sienna empezaban a caminar calle abajo—. La comida era espectacular.
—No me habría dado cuenta —se burló Sienna—. Te habrías comido el plato, de haber podido.
Andrea soltó una carcajada.
—Quien sea que esté detrás de esos platillos se habría sentido halagado.
—Probablemente o se habría molestado por tener que comprar nueva vajilla.
Intercambiaron una sonrisa antes de volver su atención hacia adelante. No pudo evitar notar cómo algunas mujeres miraban a su amigo al pasar, de manera poco disimulada. No podía culparlas. Ella misma se había sentido un poco deslumbrada la primera vez que lo conoció.
—Escuché que Vincenzo se casó.
—Sí, ya van a ser dos meses. Los estaban destinados a estar juntos. Deberías verlos en una habitación, es imposible ignorar el amor entre ellos. Estoy seguro de que tendrás la oportunidad de conocer a Serena en la fiesta que organiza la constructora.
—Seguro que sí. ¿Y tú? ¿Estás saliendo con alguien?
—No. Estuve viendo a alguien, pero no funcionó.
—¿Por qué? ¿Tus hermanos lo desaparecieron?
Sonrió y sacudió la cabeza.
—¿Y que hay sobre ti? —preguntó. No tenía ánimos de hablar sobre Kassio.
—Estaba viendo a alguien, pero al final ella terminó conmigo. No puedo culparla, estaba demasiado centrado en mi trabajo.
—Lo siento.
Los dos soltaron un suspiro, pero entonces a Sienna sonrió mientras una idea se formaba en su mente.
—¿Recuerdas el bar al que fuimos la última vez que viniste?
—¿Qué si lo recuerdo? Me obligaste a cantar en el karaoke contigo. ¿Por qué? —Andrea la miró y sacudió la cabeza—. Oh, no. Todavía no supero esa vergüenza.
—¡Vamos! No seas aburrido.
—Debo estar mal de la cabeza —murmuró Andrea y asintió.
Tomaron un taxi que los llevó hasta el bar. Eran pasada las siete de la noche y el lugar estaba bastante animado. Se dirigieron directamente a la barra y Sienna pidió una botella de cerveza para Andrea y un coctel sin alcohol para ella.
—¡Salud! —dijo levantando su copa.
—¡Salud!
Un tiempo después y un par de botellas encima, Sienna se acercó al hombre que estaba pidiendo voluntarios para el karaoke y anotó su nombre junto al de Andrea.
—Necesitaré esto —dijo Andrea tomando un gran trago de cerveza cuando llamaron sus nombres.
Hicieron el ridículo, pero se divirtieron bastante y al final recibieron aplausos.
—¡Eso estuvo increíble! —chilló Sienna mientras regresaban a sus lugares.
Se sentaron en la barra mirando hacia el escenario mientras miraban entretenidos a los otros participantes. Sienna se aseguró de hacer suficiente ruido cada vez que había que animar a los participantes.
—Creo que es hora de irnos —anunció Andrea mirando su reloj.
—Tienes razón. Mañana debo presentarme temprano a los entrenamientos.
Andrea insistió en acompañarla hasta su departamento, y durante el viaje en taxi ambos sostuvieron una conversación ligera, entre bromas y risas.
—Gracias por acompañarme hasta aquí —dijo cuando llegaron a su edifico.
—Soy yo el que está agradecido. Siempre la pasó muy bien en tu compañía. Por cierto, mi estancia aquí se prolongó y pensé en ir a verte correr.
—Eso me gustaría. No vemos el fin de semana entonces. —Le dio un beso en la mejilla y se dio la vuelta para ir a su departamento.
No se arrepentía en absoluto de haber salido con él. Por primera vez en día la había pasado bien y no había pensado en Kassio ni una sola vez.
Su celular comenzó a sonar y Sienna lo buscó.
—Voy a matar al camarero —murmuró al ver la pantalla—. Le dije nada de alcohol
Tenía que estar ebria, eso era lo único que explicaba que estuviera viendo el nombre de Kassio. Parpadeó un par de veces, esperando que el nombre cambiara, pero eso no sucedió. Sacudió la cabeza. Bueno, al parecer no era una alucinación producto del alcohol. Eso no significaba que iba a contestar. Ni siquiera tenía sentido que él la estuviera llamando. Quizás lo había invocado al pensar en él.
Su celular dejó de sonar, pero apenas saludó al guardia cuando comenzó a sonar de nuevo. Sienna colgó de inmediato esta vez y subió al ascensor. No quería hablar con él, ni ahora, ni nunca, incluso si se moría por escuchar su voz. Kassio había sido claro, podía vivir con su decisión.
En cuanto llegó a su departamento, se quitó los tacos y se dirigió directo a la cocina para conseguir algo de agua. Después, se dejó caer en el sofá y prendió la televisión. No tenía ganas de ver nada, pero confiaba en que el ruido silenciaría sus pensamientos. Su día había estado yendo bien, pero Kassio tenía que haberla llamado y arruinar todo.
—Idiota —murmuró.
Kassio bajó de su auto en cuanto vio a Sienna salir de su edificio y esperó a que ella notara su presencia. Cuando finalmente lo hizo, abrió los ojos con sorpresa y se detuvo de golpe. Luego, con la clara intención de regresar por donde había aparecido, se dio la vuelta.
—¿Estás escapando? —dijo lo suficientemente alto para que echa lo escuchara. Sabía que sus palabras la iban a molestar, y ese era precisamente su propósito. Sienna nunca rehuía a una provocación.
Contuvo su sonrisa al verla girarse de nuevo y avanzar hacia él con determinación, como si estuviera dispuesta a matarlo. Estaba tan hermosa como la recordaba, incluso cuando estaba molesta.
—¿Qué demonios haces aquí? ¿Tu conductor se perdió al dar algún giro? Hazte a un lado, voy a hablar con él y seguro que no volverá a perderse.
—Te llamé anoche.
—Estaba en una cita y no podía contestar. ¿Eso es todo?
La evaluó con la mirada, intentando determinar si era cierto o si simplemente estaba tratando de provocarlo. Como fuera, estaba funcionando. No le hacía ninguna gracia imaginarla con alguien más.
—Te llevaré al trabajo.
Sienna miró alrededor y luego de nuevo a él.
—¿Me estás hablando a mí? Porque eso me sonó a una orden y la última vez que comprobé, no seguía tus órdenes.
—Necesitamos hablar.
—¿Necesitamos? Te equivocas. Yo necesito que desaparezcas. Ya dijimos todo lo que teníamos que decir, y fuiste claro en que lo nuestro había acabado. Así que no entiendo qué haces aquí, y tampoco me interesa averiguarlo. —Sienna le dio una sonrisa que no llegó hasta sus ojos.
Kassio se sentía frustrado. No sabía cómo manejar la situación. Era hábil en los negocios, pero cada vez quedaba más claro que podía ser un bebé aprendiendo a caminar cuando se trataba de muchas otras cosas.
—Sé que estás molesta.
—¿Eso lo descubriste por tu cuenta o recibiste algo ayuda? —preguntó Sienna, con ironía, y sacudió la cabeza—. Tengo prisa.
Sienna empezó a alejarse, pero él no la dejó llegar muy lejos. La sujetó de la muñeca, pero comprendió bastante pronto que fue una pésima idea al ver los ojos de Sienna brillando con furia.
—Suéltame, si alguna vez quieres tener hijos con tu perfecta esposa.
Kassio la dejó ir, no porque estuviera asustado, sino porque vio el dolor en los ojos de Sienna. Quería hablar con ella, pero tendría que volver a intentarlo más adelante. Esta vez cuando Sienna se alejó de él, no hizo nada para detenerla, simplemente la observó.
Soltó un suspiro y el rostro burlón de Valentino apareció en su mente.