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Capítulo 21: Promesas y amenazas

Sienna había pasado de la furia a la tristeza y luego de nuevo a la furia incontables veces en las últimas veinticuatro horas. Aunque había tratado de no aferrarse demasiado a la segunda emoción. Era mejor pensar en las formas en las que podía asesinar a Kassio que ponerse a llorar.

El timbre del ascensor la sacó de sus pensamientos. Las puertas se abrieron y entró al departamento de Kassio. El lugar estaba en silencio, pero sabía que Kassio había regresado. Estaba allí porque él la había invitado a ir.

Recorrió el lugar hasta llegar a la sala y se apoyó a un lado de la ventana. Aunque parecía estar viendo a través de ella, en realidad sus pensamientos estaban a kilómetros de allí. Su mente estaba hecha un lío y, por más que intentaba concentrarse en algo más, solo podía recordar una y otra vez las palabras de Nastia. Al menos no le había dado el gusto de verla afectada.

—Oh, ya llegaste —dijo Kassio—. Ordené algo de comer.

Sienna se tomó un momento antes de dar la vuelta. Kassio estaba al otro lado de la sala. Tenía el cabello húmedo y estaba usando una camiseta y pantalones deportivos. Incluso viéndose tan informal, era imposible olvidar quién era en realidad. Un hombre de negocios implacable que siempre obtenía lo que quería, sin importar el costo.

Cuanto más tiempo había tenido para pensar en las palabras de Nastia, había llegado a la conclusión de que podía ser una completa bruja, pero no le había mentido sobre el matrimonio. No obstante, aún necesitaba escucharlo de Kassio.

—¿Está todo bien? —preguntó él mientras se acercaba.

Sienna vio sus intenciones y se alejó de la ventana, dirigiéndose hacia uno de los sofás. Sabía que, si permitía que él la tocara, se olvidaría de todo. Lo había extrañado y, teniéndolo tan cerca, lo único que quería era saltar a sus brazos y fingir que nunca había conocido a Nastia. Pero nunca había aceptado una mierd@ de nadie, y no iba a empezar ahora, incluso si sus sentimientos por Kassio la confundían.

—Siéntate —ordenó y señaló el sillón frente a ella.

Kassio frunció el ceño, sin tener ni idea de qué demonios estaba pasando, pero estaba seguro de que lo averiguaría pronto. Se sentó y esperó a que Sienna hablara.

—No sé cómo se procede en casos como estos. ¿Debería felicitarte por tu compromiso? —preguntó con sarcasmo.

La expresión de sorpresa cruzó brevemente el rostro de Kassio, apenas un instante..

—¿Cómo te enteraste?

Sienna soltó una carcajada.

—¡¿Es en serio?! ¿Eso es lo que me vas a decir? ¿Así que es cierto? —Sienna se puso de pie y empezó a caminar de un lado para otro—. ¡Demonios, me acosté con un hombre comprometido! He hecho bastantes locuras en mi vida, pero esto está muy por encima. —Se detuvo y señaló a Kassio—. ¡Eres un imbécil!

Kassio se levantó e intento acercarse a Sienna, pero ella dio un paso hacia atrás.

—No, ni se te ocurra tocarme o, por lo más sagrado, voy a golpearte.

Pudo ver la furia en su rostro y sabía que no era una amenaza en vano.

—Sienna, no es cómo crees.

—¿No? —preguntó ella con una sonrisa carente de humor—. ¿Estás comprometido o no?

—Sí, pero...

—¡Vete al demonio! ¡Jodido idiota! —gritó, con voz temblorosa de rabia—. Estabas saliendo con alguien mientras nos acostábamos. ¿Te das cuenta de eso? Puede que para ti sea algo normal engañar, pero yo jamás me habría ido a la cama con alguien que tiene una relación.

—No la tengo, hasta el miércoles ni siquiera conocía a mi prometida.

—¿Me estás diciendo que le propusiste matrimonio a una completa extraña? —preguntó incrédula.

—Es un acuerdo entre mi madrastra y sus padres. Nastia me informó hace un tiempo que tenía que casarme y que buscaría a alguien para mí.

—¿Cuándo te lo dijo? —Rio pasando una mano por su cabello—. ¿Lo sabías cuando lo nuestro empezó?

—Sí.

—Y no te importó. ¿Por qué? ¿Por qué creías que podías utilizarme hasta que encontraran a tu perfecta prometida y luego podrías deshacerte de mí? Después de todo soy solo un pasatiempo divertido.  ¿Fue para eso que me pediste que viniera hoy? ¿Para decirme que todo había acabado?

—Sienna, escucha…

—Fue humillante escuchar a tu madre llamarme una zorra. —Dejó escapar una risa de impotencia—. Bueno, no lo dijo con todas sus palabras, pero no hay que ser muy inteligente para deducirlo. Sabía que lo nuestro tenía fecha de caducidad, pero no era así como me imaginaba que terminaría.

Kassio maldijo a Nastia en silencio. Volvió a intentar acercarse a Sienna y esta vez ella no se alejó. Con ternura, acunó su mejilla y apoyó su frente en la de ella. Le dolió verla tratando de contener las lágrimas y aceptó toda la responsabilidad. Había sido injusto involucrarse con ella cuando sabía que no estaba en posición de ofrecerle nada serio y, como si no fuera suficiente, la había puesto en el radar de Nastia. Lo de ellos no podía continuar.

—Tienes razón, lo nuestro no estaba destinado a durar —dijo y rozó sus labios en un beso corto y delicado. Una despedida. Se alejó antes de que no tuviera las fuerzas suficientes para hacerlo.

Sienna apretó los puños a los lados y resistió las ganas de suplicarle a Kassio que la abrazara. Sabía que era momento de aceptar la realidad y seguir adelante, por más doloroso que fuera.

—¿Así que no estaba equivocada? Fue para esto que me pediste que viniera —Sienna sacudió la cabeza—. No puedo creerlo, eres un… —hizo una pausa—. Mantente alejado de mi camino porque si te vuelvo a ver dejaré que mi familia se encargue de ti —prometió antes de dirgirse hacia la salida.

Kassio no intentó detenerla.

Sienna regresó a su departamento en un taxi, aunque el coche de Kassio la estaba esperando afuera. Ya no quería verse involucrada con él.

En cuanto llegó a su departamento, Sienna encontró las fuerzas suficientes para meterse a la ducha. Apenas unos segundos después, comenzó a llorar desconsoladamente, las lágrimas mezclándose con el agua. No estaba segura de cuánto tiempo estuvo allí, pero cuando finalmente salió, parecía estar un poco mejor.

Se trasladó hasta la cama con su pijama puesta y se recostó, sintiéndose agotada física y emocionalmente. Aunque el dolor seguía presente, al menos había logrado liberar parte del peso que cargaba en su interior.

Lo iba a superar, tenía que hacerlo ¿verdad? No habían pasado tanto tiempo juntos y tampoco tenían una relación real. El dolor pasaría pronto. Y aun mientras se lo decía, no estaba muy segura de que fuera así.


Kassio miró el desastre a su alrededor. Se había desquitado con su departamento tan pronto Sienna se había marchado, lanzando al suelo todo lo que estaba a su alcance. Había hecho lo que creía correcto, pero eso no evitaba que se sintiera furioso.

Sacó su celular y le envió un mensaje a su conductor para que estuviera listo. Necesitaba ir a ver a Nastia.

Casi una hora después, atravesó las puertas principales de la que alguna vez había sido su casa y se dirigió hacia la sala, casi llevándose por delante a una de las empleadas de su madrastra. Encontró a Nastia en la sala, relajada y leyendo alguna revista. Verla tan tranquila lo molestó aún más.

—Kassio —dijo ella al notar su presencia y le dio una sonrisa fría—. No te esperaba.

Avanzó hacia ella con expresión sombría.

—Sienna no tiene nada que ver conmigo. Si te vuelves a acercar a ella, si la contactas de alguna manera o siquiera le diriges tus pensamientos, voy a acabar contigo —dijo con voz mortal—. ¿He sido claro?

—No sé de quién…

—¡¿He sido claro?! —rugió.

Los ojos de Nastia brillaron con pánico, por fin estaba viendo quien era Kassio en realidad y solo era el comienzo. Estaba harto de ella y de sus conspiraciones.

—Sí.

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