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Capítulo 20: Un pasatiempo divertido

La sonrisa en el rostro de Sienna se desvaneció, remplazada por una expresión de confusión, al percatarse de la presencia de una mujer a pocos metros de distancia, parada junto a un reluciente coche negro. Se veía que era alguien elegante, sin un cabello fuera de lugar, un traje de chaqueta y falda hecho a medida y joyas costosas adornando sus muñecas y cuello. Pero no fue todo eso lo que llamó su atención, sino la intensa mirada que le dirigía, como si estuviera evaluándola minuciosamente.

—Sienna Morelli —dijo la mujer cuando estuvo cerca de ella. Era evidente que estaba al tanto de quién era, ya que sus palabras no fueron pronunciadas como una pregunta.

—¿La conozco?

—Soy Nastia Volkova.

Al escuchar el apellido, algo hizo click en su mente. Era la madrastra de Kassio. No es que él la hubiera mencionado, en realidad, no le había dicho mucho sobre su vida o familia. Era Serena la que había mencionado a Nastia una o quizás dos veces. La había descrito como una mujer de mirada gélida, que trataba a todos con desdén. Aunque no había pasado mucho tiempo en compañía de Nastia, tenía que estar de acuerdo con su cuñada.

—¿Está aquí para hablar conmigo o busca a mi cuñada?

—No tengo nada que hablar con esa mujer —respondió la mujer, su voz impregnada de desprecio.

—¿Entonces es conmigo? ¿De qué se trata?

—Preferiría que vayamos a un lugar más adecuado. —Nastia echó un vistazo alrededor—. No es una conversación que se pueda sostener en la calle.

—Supongo que tengo unos minutos —respondió con una sonrisa amble o lo más cercana a ella. Sin embargo, Nastia ya estaba subiendo a su coche mucho antes de que Sienna terminara de hablar, como si no le importara si quería seguirla o no.

Sienna agradeció con un gesto al hombre que sostenía la puerta y se subió al auto. Durante el trayecto, intentó entablar conversación con Nastia, pero se rindió después de un par de intentos infructuosos. Por suerte, el viaje no fue muy largo. Cuando se detuvieron frente al café, Nastia se bajó del coche y se dirigió hacia el lugar sin mirar atrás para comprobar si Sienna la seguía.

Soltó un suspiro cansado. Estaba tratando de mantener bajo control su temperamento, pero si la madrastra de Kassio continuaba comportándose de esa manera, pronto llegaría a su límite.

Sacó su celular mientras caminaba hacia el coche y marcó a su jefe para avisarle que iba a llegar un poco tarde. Después de colgar, se quedó un tiempo en la puerta fingiendo hablar un rato más antes de finalmente entrar. Al llegar a la mesa, notó que Nastia no se veía muy feliz.

—Lamento la demora —se disculpó, con una sonrisa ingenua, sentándose. Luego levantó la mano para llamar a la camarera—. Un espresso, por favor. —Tenía el presentimiento de que iba a necesitar algo fuerte, y eso era lo más fuerte que podía tomar.

—Enseguida, ¿algo más?

Sienna sacudió la cabeza y se giró hacia Nastia en cuanto la camarera se marchó.

—Escuché que mi hijo ha estado viéndote con bastante frecuencia en las últimas semanas.

—¿Kassio le habló de mí?

La mujer esbozó una sonrisa burlona.

—No, él jamás mencionaría a alguna de sus conquistas y tampoco se lo preguntó. Nunca dura demasiado ¿por qué tomarme el tiempo de conocerlas?

—¿Y aun así aquí estamos? ¿Qué me hace diferente?

La camarera regresó con sus pedidos en ese momento y tuvo que esperar hasta que se fue para obtener una respuesta.

—Nada, eres igual a las anteriores —dijo Nastia con tono despectivo—. Alguien dispuesto a calentar su cama por unas horas.

Sienna forzó una sonrisa, a pesar de que esas palabras le dolieron.

—Sigo sin entender qué hacemos aquí.

—¿Sabías que Kassio está comprometido? —Nastia le dio una mirada llena de satisfacción llevándose su taza a los labios—. No, supongo que él no te lo dijo. Él se casará en algunos meses y su aventura contigo podría arruinar la boda.

Esa información la tomó por sorpresa, y le llevó un tiempo recuperar la compostura. Intentó convencerse a sí misma de que era una mentira. Después de todo, Kassio jamás la habría seducido estando comprometido, ¿verdad? Y ciertamente no la habría llevado a su cama... Pero, ¿cuánto realmente lo conocía? La duda comenzó a sembrarse en su mente.

—Eres un pasatiempo divertido, pero no lo suficiente para que Kassio te tome en serio. El obtuvo lo que quería de ti mientras se aseguraba de mantener a su lado a una buena mujer a su lado. Tú no eres más que la fulana que se…

—Deténgase —interrumpió a Nastia con firmeza. Su voz resonaba con una mezcla de serenidad y determinación mientras intentaba procesar lo que esa odiosa mujer le había revelado—. Le sugiero que se guarde sus comentarios para usted o tendremos verdaderos problemas.

—¿Cómo te atreves?

Sienna esbozó una sonrisa al notar la expresión indignada en el rostro de la mujer.

—Escuche muy bien. No me importa quién sea usted o con quien se acostó para llegar donde está, pero no le voy a permitir que me falte el respeto y, la próxima vez que nos veamos, será mejor que corra en sentido contrario porque voy a disfrutar haciéndola quedar en ridículo.

—Eres…

—Que disfrute de su café, yo invito esta vez. Ah, y no se vaya a morder la lengua. Con el veneno que carga, lo más probable es que termine muerta. Eso sería verdadera lástima, se ve que usted es una persona muy especial.

Sin más se dio la vuelta y camino directo a la caja para pagar la cuenta, pero se detuvo en el mostrador.

—¿Cuál es su postre más dulce? —preguntó a la mujer detrás del mostrador, quien enseguida le señaló uno—. Por favor, llévele uno a mi acompañante.

Sienna se dio la vuelta para ver a Nastia la mujer aún estaba sentada en el mismo lugar de antes mirándola con fuego en los ojos.

—¡Para que endulce tu corazón! —vociferó, en cuanto la camarera dejó el postre en la mesa de Nastia, llamando la atención de los pocos comensales. Tenía la leve sospecha de que a Nastia no le gustaba el tipo de atención que estaba recibiendo—. Muchas gracias —dijo, después de pagar.

Sienna mantuvo una sonrisa en su rostro hasta que se subió a un taxi. Solo entonces se permitió explorar sus sentimientos.

—Hijo de…—maldijo a Kassio—. Si resulta ser cierto, voy a matarlo. —Sabía en el fondo que eran amenazas vacías, la verdad es que si lo que esa víbora le había dicho resultaba ser cierto, estaría destrozada.

Sacó su celular y marcó el número de Kassio, pero antes de que él pudiera contestar, colgó. No era un tema para hablar por teléfono. Él llegaría al día siguiente y se lo preguntaría a la cara.

Kassio miró su celular confundido y marcó a Sienna, pero ella no tomó la llamada. Entonces comenzó a preocuparse. ¿Y sí algo le había sucedido? Muchas posibilidades rondaron su mente, pero las alejó ordenándose mantener la calma. Justo cuando estaba por volver a llamarla, recibió un mensaje de ella.

“No puedo contestar, estoy ocupada”

Eso lo tranquilizó y sacudió la cabeza. En un segundo se había vuelto paranoico. Le echó la culpa al trabajo que lo tenía muy estresado. No había tenido un respiro en los dos días que llevaba allí. Las negociaciones habían llevado más tiempo del esperado. Afortunadamente, por fin ya había llegado a un acuerdo con los clientes.

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