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Capítulo 17: Un día largo

Sienna se recostó contra el marco de la puerta, cautivada por la figura de Kassio. Sus músculos tensos se delineaban mientras levantaba pesas, y su rostro irradiaba determinación. Le habría encantado acercarse y explorar cada uno de sus músculos con las manos… y la boca.

Era innegable, estaba obsesionada con él.

Kassio no había desaparecido después del domingo que habían pasado juntos. Por el contrario, él la había invitado a almorzar o cenar más de una vez en las últimas dos semanas y también habían pasado algunas noches juntos.

—¡Joder! ¡Qué sexy te ves! —halagó, al verlo bajar las pesas—. ¿Podrías quitarte la camiseta? Eso lo haría más interesante.

Kassio se sentó y la miró con reproche, aunque pudo ver también el leve indicio de una sonrisa mientras pasaba una toalla por su rostro.

—Deja de hablar y ponte a entrenar.

—Eres un dictador. —Soltó un suspiro y encogió los hombros dramáticamente mientras avanzaba en dirección de la caminadora. El gimnasio de Kassio estaba casi tan equipado como el suyo, lo que le había permitido mantenerse al día con su entrenamiento las veces que se había quedado en su departamento.

El departamento de Kassio era justo como su dueño. Ordenado, sobrio y quizás un poco aburrido. Y se lo había dicho, claro que lo había hecho. Él había castigado su atrevimiento de formas bastante divertidas y placenteras.

Se detuvo a un lado de la caminadora y empezó a calentar. Empezó por los típicos ejercicios de calentamiento y sonrió cuando al girar la cintura de lado a lado vio los ojos de Kassio fijos en ella. Se inclinó hacia adelante, tocando las puntas de sus pies, y permaneció allí por un instante antes de enderezarse y repetir el movimiento.

—¿Sucede algo? —preguntó, mirándolo inocentemente sobre el hombro al escucharlo murmurar.

—Nada. —Kassio se levantó y se dirigió hasta el saco de box.

Una hora más tarde, ambos abandonaron el edificio de Kassio. Sienna necesitaba presentarse temprano en Vose para discutir su agenda, así que él se ofreció a llevarla. Durante el viaje los dos hablaron sobre sus planes para el día, aunque Kassio no se explayó demasiado. Él escuchó en silencio la mayoría del tiempo, como solía hacer siempre.

Sienna se dio cuenta de que, a pesar de sentir que había compartido la mayor parte de su vida con él, en realidad sabía muy poco de la vida de Kassio.

Cuando el coche se detuvo frente al edificio de Vose, Kassio se giró hacia ella. Con determinación, tomó su rostro entre sus manos y la besó. Su beso erra demandante y un tanto áspero, pero demonios si no le encantó.

—Nos vemos en la noche —ordenó él.

—¿Y si tengo algo que hacer?

Kassio frunció el ceño.

—¿Tienes algo que hacer?

—No, pero podría haberlo tenido. —Le regaló una sonrisa divertida—. Hasta la noche, gruñón —añadió, saliendo del coche.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Kassio mientras observaba a Sienna alejarse. En cuanto ella desapareció en el interior del edificio, dio la orden a su conductor de arrancar.

La secretaria de Cosimo se puso de pie de un salto al verlo entrar. Kassio había accedido a reunirse con Cosimo después de tanta insistencia. La última vez que habían hablado, él había parecido un tanto desesperado, y esa fue la única razón por la que había cedido.

—Señor, buenos días —saludó la mujer, con una sonrisa—. Mi jefe está esperándolo. Por aquí, por favor. —Ella se puso delante de él y lo llevó hasta la oficina de Cosimo, aunque no era necesario. Se sabía él camino de memoria.

La secretaria llamó a la puerta antes de abrirla y lo anunció antes de hacerse a un lado.

—Volkov —Cosimo se puso de pie y rodeó su escritorio para acercarse a saludarlo.

—Castelli —saludó con un apretón de manos.

—Siéntate, por favor —él le hizo un gesto hacia los sillones—. ¿Hay algo que te gustaría beber?

—No. En realidad, me gustaría empezar cuanto antes. Tengo una agenda apretada.

—Por supuesto —respondió el hombre con una sonrisa falsa y luego despachó a la secretaria. Luego, se dirigió a su escritorio y tomó una carpeta—. Esta es mi propuesta —continuó, entregándosela antes de sentarse frente a él.

Kassio les dio una revisión rápida a los papeles y luego dejó la carpeta en la pequeña mesa de café en medio de ellos.

—Esos no son los términos iniciales —dijo con frialdad—. Ni siquiera se acercan.

—La situación no es la misma. Ya sabes que mi hija era parte del trato y…

—Cómo olvidarlo —Le dio una sonrisa mordaz—. La mujer que me abandonó justo antes de la boda. —Se cruzó de brazos—. ¿Me explicas cómo eso es mi responsabilidad?

—Aún si no es tu responsabilidad, los términos que te ofrecimos no son factibles con mi hija fuera de esto. Tú entiendes muy bien la importancia del legado y esta empresa siempre ha pertenecido a la familia. Sin embargo, podría hablar con el resto de socios para ofrecerte algo mejor.

—No se moleste, dejaremos las negociaciones aquí.

—Kassio, esta es una oportunidad única y todavía podrías tener un gran porcentaje de las acciones.

—Lo sé, pero no estoy interesado. Y menos después de enterarme que está metido en un lío judicial.

—No es nada importante.

—Lo es si cuando mi dinero y mi reputación podrían estar en riesgo por usted.

—Kassio…

—Gracias por recibirme, señor Castelli.

Abandonó la oficina mientras empezaba a idear un nuevo plan. Estaba molesto por el giro de los acontecimientos, pero no podía permitirse perder tiempo lamentándose. Sus días en Secure Line Ensurance estaban contados.

La empresa de Cosimo era su plan de respaldo para cuando su madrastra decidiera deshacerse de él. Se suponía que estaría al mando de una de las empresas más prestigiosas, permitiéndole seguir luchando contra ella. Aunque tenía el dinero para iniciar su propia empresa desde cero, sabía que sería un proceso largo y tendría que dejar de lado la investigación en contra de Nastia. Así que, mientras ella urdía sus planes matrimoniales, él había negociado, en secreto, con Cosimo para asegurar sus propios términos.

Lo había tenido todo calculado, incluso la parte en la que iba a ofrecerle a Serena una suma lo suficientemente atractiva para que le cediera sus acciones, pero no había contado con que ella nunca llegaría al altar.

Su celular empezó a sonar en cuánto se subió a la parte trasera de su auto. Respondió de inmediato al ver el nombre de su investigador en la pantalla.

—Dutto —saludó—. ¿Qué tienes para mí?

—Señor. Al parecer tu madrastra se reunió con el abogado de tu padre a solas en varias ocasiones los meses previos a su muerte. En ninguna de las ocasiones se reunieron en la oficina del abogado, por eso nos tomó tiempo descubrirlo, y tampoco sabemos de qué hablaron.

—Podría no ser nada. Necesito que averigües por qué se reunieron, cualquier cosa, incluso un rumor. Lo confrontaré cuando llegue el momento, no puedo arriesgarme antes.

—Sí, Señor.

—¿Qué hay sobre los extractos bancarios? ¿Alguna idea de qué hizo con todo el dinero que sacó?

—No.

Kassio se pasó la mano por el cabello mientras intentaba mantenerse tranquilo. El tiempo seguía corriendo y aun no tenían nada que valiera la pena. Solo pistas sueltas aquí y allá.

—Eso es imposible, no pudo simplemente ir por allí con ese dinero en efectivo y usarlo para pagar a su estilista. Sigue investigando. Veré que puedo conseguir. —Quizás podía obtener algunas pistas en casa de su padre. No había ido allí más que un par de veces a ver a su hermana cuando había regresado del internado en el que su madre la tenía. En ninguna de esas ocasiones, se había arriesgado a indagar porque el personal de su madrastra siempre estaba rondando a su alrededor, probablemente a petición de su madrastra, y además, la casa tenía cámaras en todos lados.

Tendría que correr el riesgo de ser descubierto.

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