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Capítulo 15: Pasión desenfrenada

Kassio observó con deleite la expresión nerviosa en el rostro de Sienna. Una sonrisa juguetona curvó sus labios mientras la sujetaba del mentón con una mano.

—¿Es esa una invitación?

—¡Genial! Justo ahora es cuando encuentras tu sentido del humor. —No sonaba tan atrevida como de costumbre.

Kassio se inclinó hacia ella y la vio ponerse nerviosa. Lo que sea que lo hiciera susceptible a Sienna, también parecía afectarle a ella.

—Quién iba a decir que podías sonrojarte —susurró cerca de sus labios, cuando un rubor cubrió las mejillas de Sienna.

Deslizó la mano desde su mentón hasta su nuca. Un suspiro escapó de los labios de Sienna y él aprovechó el momento para cerrar el poco espacio que los separaba y reclamar sus labios en un beso apasionado. Cuando Kassio encontró la fuerza necesaria para separarse, el aire estaba cargado de electricidad, sus respiraciones entrecortadas y las pupilas dilatadas de Sienna reflejaban su deseo.

—Ahora es cuando te alejas y desapareces por días o semanas —musitó Sienna—. Conoces la salida.

Sí, probablemente marcharse era la mejor opción, pero sus pies parecían estar pegados al suelo. Era incapaz de alejarse de ella otra vez. Por eso había tratado de mantenerse alejado de ella. Sabía que cuando volviera a poner sus manos sobre ella, mandaría al demonio su poco autocontrol.

—¿Es lo que quieres? ¿Qué me vaya?

No le dio tiempo de responder antes de cubrir sus labios con los suyos. Sus manos descendieron hasta las caderas de Sienna y la levantó con facilidad sobre la isla de la cocina. Con movimientos expertos, exploró bajo su vestido, acariciando sus suaves muslos. Sus labios dejaron un rastro de besos bajando por su cuello hasta llegar al escote profundo.

—Entonces, ¿es eso lo que quieres? —preguntó enderezando la espalda y mirándola directo a los ojos.

—¿Qué?

—¿Quieres que me vaya?

Sienna no respondió de inmediato y él empezó a ponerse nervioso.

—No.

Su expresión no cambió, pero por dentro celebró, aliviado. La levantó de la isla y salió de la cocina en busca de la habitación.

—Por el corredor la última puerta a la derecha —dijo Sienna, respondiendo a la pregunta no formulada y le dio un beso en el cuello antes de pasar la lengua por allí.

—¡Maldición! —gimió, por lo bajo y luchó para continuar caminando, cuando lo único que quería era apoyar a Sienna contra la pared más cercana y enterrarse en su interior. No recordaba una sola vez en la que hubiera deseado algo como la deseaba a ella, hasta el punto de perder la capacidad de pensar con claridad.

Al entrar a la habitación, llevó a Sienna directamente a la cama. Sus manos trabajaron con movimientos decididos para despojarla de su ropa dejándola completamente desnuda ante su mirada. Estaba a su merced y había tantas cosas que quería hacer con ella.

Se recostó sobre ella y la besó en los labios, una vez más. La deseaba y estaba ansioso por poseerla, pero quería que aquella fuera una experiencia única para los dos. Se deslizó hacia abajo dejando un reguero de besos. Al llegar entre sus piernas, levantó la mirada y le dio una sonrisa antes de inclinarse sobre su centro húmedo y caliente para empezar a torturarla con la lengua.

—Kassio —jadeó ella tirando de sus cabellos como si tratara de alejarlo, pero él incremento aún más sus movimientos.

La mirada de Sienna se nubló de puro placer. Podía sentir cómo una bola de éxtasis se iba formando en su vientre, creciendo hasta el punto en que ya no podía contenerla y estalló en una explosión de sensaciones embriagadoras. Oleadas de placer recorrieron cada fibra de su ser, dejándola completamente extasiada. Al final, solo quedaba el latido frenético de su corazón y su respiración entrecortada, mientras luchaba por recobrar el aliento.

Cuando Sienna abrió los ojos, Kassio se erguía sobre ella. La tenue luz que se filtraba desde el pasillo era suficiente para que Sienna pudiera apreciarlo, desnudo e imponente. A su lado, se sentía diminuta. Él la cubrió con su cuerpo y la besó con la misma pasión desenfrenada de antes. Se aferró a sus anchos hombros, deleitándose con sus duros músculos.

—Eres preciosa —susurró él sobre sus labios.

—Tú no estás nada mal.

—Esa boca tuya va a meterte en algunos problemas.

—Deberías intentar mantenerla ocupada.

Kassio soltó una carcajada ronca y profunda. Resultaba incluso mejor de lo que había imaginado y su vagina se humedeció aún más al escucharlo. No había nada en él que no fuera excitante.

—Descarada. Veamos si puedes seguir hablando cuando este dentro de ti.

—Muéstrame de lo que eres capaz.

Kassio la sujetó por la cintura y alineó su miembro. Manteniendo su mirada fija en los ojos de Sienna, comenzó a adentrarse en ella lentamente. Un gemido escapó de sus labios cuando llegó a lo más profundo de su ser, y hundió sus dedos en sus nalgas. Ella era perfecta. Se quedó quieto, sintiendo cómo su calor lo envolvía.

Sienna aprovechó la distracción de Kassio y, en un movimiento rápido, envolvió una pierna alrededor de su cintura y lo hizo rodar hacia un costado. En cuestión de segundos, pasó de estar debajo a estar encima de él, con una sonrisa juguetona en los labios. Se apoyó en su pecho y elevó las caderas, casi dejándolo fuera de su cuerpo, antes de dejarse caer con un movimiento decidido. Se quedó quieta disfrutando de las sensaciones. Al igual que su cuerpo, Kassio era grande también allí abajo y la estiraba placenteramente.

—No —dijo ella, cuando él intentó hacerse cargo y lo tomó de las manos para colocarlas por encima de su cabeza—. Nada de manos, señor Volkov —añadió con una mirada traviesa.

Kassio sintió cómo su miembro se endurecía aún más al escucharla. Esa voz seductora y provocativa solo aviva el fuego que ardía dentro de él.

Sienna volvió a levantarse y dejarse caer una y otra vez. Sensaciones placenteras lo recorrieron, haciendo que sus músculos se tensaran. Era difícil resistir la tentación de tomar el control, pero Kassio no podía negar que disfrutaba al verla guiarlos en busca del clímax. Con la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, Sienna estaba entregada por completo al placer que los envolvía.

Cuando ella comenzó a desfallecer, Kassio decidió que era hora de tomar el control una vez más. Con un movimiento ágil, los rodó sobre la cama y volvió a colocarse encima de ella. La sujetó de las piernas e hizo que ella las doblara antes de empezar a embestirla sin ninguna delicadeza. El deseo lo consumía por completo, y se entregó a él con una pasión desenfrenada.

—Más —gimió Sienna, aferrándose a las sábanas debajo de ella.

Los sonidos de los gemidos y el choque de sus cuerpos llenaban la habitación mientras continuaban moviéndose. De repente, Kassio sintió cómo el núcleo de Sienna se cerraba en torno a su miembro, casi dolorosamente, justo antes de que ella soltara su nombre en un grito.

—¡Demonios! —gimió y la embistió una última vez antes de dejarse arrastrar hacia el precipicio junto con ella.

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