




Capítulo 14: Un consejo
Kassio golpeaba un dedo contra el volante mientras observaba por el parabrisas el edificio donde vivía Sienna. Ella había decidido ignorar cada una de sus llamadas y la única forma de hablar con ella, al parecer, era en persona. El problema era que vivía en uno de los edificios más seguros del país y, si ella se negaba a recibirlo, no había manera de que pudiera acercársele.
¿Cuándo se había vuelto tan indeciso? Iría hasta el edificio y solicitaría hablar con Sienna. Si ella no lo recibía, entonces se olvidaría del asunto.
Sujetó la manija y abrió la puerta, pero antes de poder bajar, un auto que conocía muy bien se detuvo unos metros delante de él, justo frente al edificio. Se preguntó qué hacía Maxim allí y no tardó en obtener su respuesta.
Su hermano bajó del auto y lo rodeó para abrir la puerta. Se sorprendió al ver bajar a Sienna.
—Maldición —siseó y apretó el volante con fuerza al verlos interactuar como si fueran amigos cercanos.
Esperó hasta que su hermano se subió a su auto antes de salir del suyo y acercarse a Sienna. Ella no lo notó hasta que estuvo bastante cerca.
—Sienna —saludó.
Ella lo miró confundida y luego miró hacia los lados como si estuviera comprobando algo.
—¿Me estás siguiendo?
—No.
—¿Lo aceptarías si estuvieras haciéndolo? —preguntó ella con los ojos entrecerrados.
Sin lugar a dudas, a Sienna le gustaba poner a prueba su paciencia.
—Necesito hablar contigo. No habría tenido que venir hasta aquí, si contestarás mis llamadas.
—¿Así que ya descubriste como funcionan los celulares? —Sienna esbozó una sonrisa que desapareció rápido—. Bueno, noticia de último minuto, yo no quiero hablar contigo. Creí que estaba siendo clara cuando no te respondí. Para ser un hombre de negocios exitoso, eres algo tonto.
—Tienes una tendencia algo insana por ofenderme.
—Es un don natural. Estoy cansada, di lo que tengas que decir.
—Preferiría que fuera en privado.
—¿Y dejar que el enemigo entre en mi territorio? Sí… eso no suena como una brillante idea.
—Sienna —dijo, con tono de advertencia en su voz.
Sienna se quedó en silencio al escuchar su voz profunda. Demonios, era demasiado sexy. Sacudió esos pensamientos lejos de su cabeza. Estaba cansada y por eso no pensaba con claridad. Sí, eso debía ser.
—Volkov —replicó en el mismo tono.
Kassio sonrió, una sonrisa amplia y sincera.
—Está bien, entremos —aceptó. La verdad es que tenía curiosidad por saber qué tenía que decirle, y no dormiría si no lo descubría. Lo único que haría sería preguntárselo mientras daba vueltas en la cama—. Pero más te vale no intentar nada o voy a lanzarte por la ventana y créeme aquí nadie me delatará.
—Mensaje recibido
Sienna saludó al guardia al pasar y se dirigió directo al ascensor. El viaje hasta su piso transcurrió en silencio. Apenas entraron a su departamento, Sienna se retiró los tacones y se dirigió descalza hasta la cocina.
Kassio se distrajo observándola. Ella llevaba puesto un vestido sencillo que resaltaba su figura. Frunció el ceño al pensar que lo había usado para salir con Maxim.
—Bonito lugar —comentó Kassio en cuanto entró a la cocina, aunque en realidad no había visto mucho.
—Allí está, un poco de la cortesía de la que te hablé —dijo ella abriendo la nevera. Kassio tuvo que hacer un esfuerzo para no gemir cuando ella se inclinó hacia adelante revisando el interior—. Ves que si puedes ser educado cuando te lo propones. —Sienna lo miró sobre el hombro y él desvió la mirada antes de ser atrapado—. ¿Limonada o té helado? También tengo vino en algún lugar.
—La limonada estará bien.
Sienna se dio la vuelta con una jarra en manos y se acercó a la isla en medio de la cocina.
—Toma asiento —dijo ella mientras servía la limonada—. ¿De que querías hablar? —preguntó sentándose frente a él.
—Es sobre Maxim.
Sienna lo miró confundida. No sabía qué era lo que él quería decirle, pero estaba segura de que no esperaba que quisiera hablarle de él.
—¿Maxim? ¿Qué sucede con él?
Su cita no había ido mal, a pesar de los cómicos intentos de Maxim por coquetear con ella. Él era un sujeto bastante divertido, aunque también un tanto presumido e inmaduro. Probablemente, alguna especie de complejo creado porque lo tenía todo. Cuando crecías rodeado de lujos era fácil olvidarse de lo que realmente importaba. Los padres de Sienna se habían asegurado de que ella y sus hermanos no lo hicieran, pero no podía juzgar a otros por no haber contado con la misma suerte.
—No te conviene.
Sienna se quedó en silencio por un momento y entonces empezó a reír.
—¿Es enserio? ¿Viniste aquí para decirme eso?
—Sienna, esto es serio. Mi hermano es…
—¿Es tu hermano?
—Sí, por parte de padre.
—Eso parece difícil de creer. Quiero decir tu eres… —Sienna frunció el ceño, infló las mejillas y puso la mejor mirada de asesino que pudo—. Y él es… —Esbozó una sonrisa enorme.
—¿Puedes concentrarte?
—Oh, cierto. Me estabas diciendo que no debería salir con tu hermano. Continúa, por favor. Esto es bastante divertido.
—¿Divertido?
—Sí, que tu creas que voy a hacerte caso. Deberías preguntarles a mis hermanos como les ha resultado cada vez que trataron de prohibirme algo.
Kassio soltó un resoplido.
—Él puede ser peligroso.
Sienna se cuestionó qué pasaba entre Kassio y su hermano. Tal vez se trataba de una rivalidad infantil sin resolver o algo más serio. De todas formas, era un asunto que les correspondía a ellos resolver.
—Entiendo. Gracias por el consejo.
—¿Eso quiere decir que no lo verás más?
—No dije eso. Aprecio que te tomarás la molestia de venir hasta aquí, pero me corresponde a mi decidir a quienes quiero ver. Ahora, si eso era todo, creo que es hora de que te vayas. Ha sido un día largo y quiero dormir.
Sienna bajó la mirada al escuchar el maullido de su gato. Duque entró a la cocina y los miró con lo que ella siempre había pensado que era una expresión de superioridad. Luego se acercó a las piernas de Kassio y se restregó contra él.
—Maldito traidor —susurró. Al desgraciado no le agradaba nadie, ni siquiera ella, y era quien lo alimentaba, pero parecía haberle agradado su invitado.
Kassio se inclinó hacia adelante y acarició la cabeza del "traidor" con el dorso de su mano. Duque ronroneó encantado y ella estuvo a punto de hacer el mismo ruido. ¿Cómo alguien tan rudo podía transformarse en alguien tan tierno?
El gato perdió el interés después de unos segundos y se alejó rumbo a su plato de comida.
—Nos vemos por allí —dijo poniéndose de pie.
Kassio también lo hizo y se acercó ella hasta que la acorraló contra la isla. Colocó las manos a los lados y se inclinó hasta quedar a su altura.
—Me iré en cuanto prometas que no saldrás con él otra vez.
—Eso no va a suceder —respondió, retándolo con la mirada, pese a que había decidido mucho antes de salir con Maxim que sería la única vez. Por supuesto, no pensaba decírselo a Kassio porque él asumiría que lo hacía debido que se lo había pedido, o más bien ordenado. No había escuchado un "por favor" en ningún momento.
—Creo que estaremos aquí por lo que resta de la noche entonces.
—¿Puede ser en mi cama? —Tarde se dio cuenta de cómo podría interpretarse sus palabras. No pensaba bien cuando lo tenía tan cerca—. No quise decirlo así. Me refería a que vayamos a mi cama… ¡Maldición! Eso sigue sonando mal.