




Capítulo 13: Un niño grande
Sienna recibió a Maxim con una sonrisa cordial. Él se acercó y le dio un beso en la mejilla, colocando una mano en su espalda baja. Ella retrocedió cuando el contacto comenzó a prolongarse demasiado para su gusto.
—Te ves muy linda hoy día.
—¿Eso quiere decir que no lo estaba hace dos días? —preguntó con total seriedad.
La sonrisa de Maxim vaciló y la miró confundido.
—No era eso lo que quería decir.
—¿Entonces qué?
—Es solo que te ves…
Sienna empezó a reír mucho antes de que él terminara de explicarse.
—Descuida —le dio una palmada en el brazo—. Estaba bromeando. Ya hablé con mi jefe para que puedas subir conmigo. Tendrás que un mono como el que llevo puesto y equipo de seguridad. Es para evitar cualquier accidente. Las personas mueren a diario haciendo esto, ayer fue uno de los mecánicos, hoy podrías ser tú.
Maxim, sonrió.
—¿Esa es otra broma?
—No —dijo, de nuevo seria y la sonrisa de Maxim desapareció—. ¿Seguro que quieres hacer esto?
—Yo...
Sienna no pudo soportar mucho más y volvió a reír.
—Por supuesto, es una broma. De todas formas, debes usar todo esto —dijo recibiendo el traje completo y casco que uno de los chicos de su equipo acababa de traerlo—. Aquí tienes, los vestidores están al fondo a la derecha. Te estaré esperando.
Se dio la vuelta y se dirigió hasta donde estaba Theo.
—Se ve como un niño rico —comentó él, en cuanto se detuvo a su lado.
—¿Y eso qué tiene de malo? Yo también soy una niña rica y caprichosa —bromeó. Aunque muchos de los miembros de su equipo la habían visto así al comienzo.
—Y jodidamente insoportable, pero trabajas duro por lo que quieres.
—¿Fue ese un halago? Vaya, es la primera vez que me dices algo bonito sin esperar meterte en mis pantalones. —Los dos sonrieron—. No tienes que preocuparte por él, está aquí solo porque Constantino lo sugirió. Se irá después de terminar con esto y no volverás a verlo. ¿Revisaste mi auto?
—Sí, todo está bien.
—¿Estás seguro?
—A eso me refiero, jodidamente insoportable —musitó Theo y ella rio.
Repentinamente su celular comenzó a sonar y lo buscó. Hizo una mueca tan pronto vio de quién se trataba y colgó. No entendía las repentinas ganas de Kassio por querer contactarla. Lástima para él que ella no quería escuchar su irritante y, bueno, tal vez un poco sexy… No, solo irritante, voz.
—¿Quién es?
—El papa, todavía tratando de devolverme al camino del bien.
Su amigo sacudió la cabeza mientras sonreía.
—Estoy listo —comentó Maxim, apareciendo cambiado.
—Genial, empecemos con esto. Iremos en mi coche deportivo. A veces lo uso para practicar algunos trucos y obviamente para no olvidar como conducirlo. Por obvias razones no vamos a usar mi coche de carreras. —Señaló el coche estacionado más allá. Era un mono plaza, lo cual significaba que solo entraba una persona debido a su tamaño y configuración—. ¿Alguna vez has estado en un coche deportivo?
—Sí, tengo dos en casa —dijo Maxim, con algo de petulancia—. Me encanta la velocidad.
Sienna compartió una mirada con Theo. Eso iba a ser divertido.
—Entonces esto no será un problema para ti. De todas formas, conduciré a velocidad media y si te sientes cómodo iré aumentando la velocidad. No estaremos demasiado tiempo en la pista, pero si no te sientes capaz de continuar solo debes decírmelo para salir.
—Estaré bien, no te preocupes.
Sienna se sentó detrás del volante y encendió el coche. Esperó a que su equipo le diera la orden antes de salir. Al principio manejo a una velocidad de 80 Km/h y fue incrementando hasta llegar a los 180 km/h.
—¿Cómo te sientes? —preguntó sin quitar la vista de la pista.
—La verdad es que un poco aburrido, esperaba algo mucho más rápido.
Sienna sonrió. Maxim acababa de desafiarla y ella nunca rechazaba un buen desafío. Casi pudo escuchar a su jefe diciéndole “no lo hagas”. Demasiado tarde. Movió la caja de cambios y piso el acelerador hasta el fondo.
—Aquí vamos.
Sienna sonrió cuando el auto alcanzó los 330 km/h, aún por debajo del límite de su coche, pero lo mantuvo allí, por el bien de su copiloto. En cada curva, el sonido de las llantas al patinar contra el asfalto resonaba de forma intensa, acompañado por el familiar rugido del motor. La pista pasaba frente a ellos como una cinta de correr.
Consideró someter a Maxim a una vuelta más, pero se apiadó del pobre y después de atravesar la meta empezó a desacelerar. En cuanto se detuvieron, Maxim se bajó del auto y se dobló hacia adelante, apoyando las manos en sus rodillas.
—¿Estás bien? —preguntó bajando y rodeando su auto.
Maxim se enderezó y levantó los dos pulgares. Se veía pálido, como si fuera a vomitar en cualquier momento.
—Iré a quitarme esto.
—Por supuesto —dijo con una sonrisa que él no logró ver porque ya estaba corriendo hacia los vestidores.
Se bajó el cierre de su mono y lo deslizó por sus hombros, dejándolo colgado en su cintura, y se acercó a su equipo. Giuseppe la estaba mirando con reprobación, aunque había un indicio de sonrisas en sus labios. Por otro lado, Theo y el resto de chicos no se molestaban en ocultar su diversión.
—Creí que lo mantendrías tranquilo —dijo su amigo.
Sienna se encogió de hombros.
—Él quería divertirse y lo escuchaste decir que amaba la velocidad, solo le di lo que pedía.
—Bueno, después de hoy, no creo que quiera volver subir a otro auto en su vida.
—Es un niño grande, lo superará.
—No estaría tan seguro. Creí que iba a besar el suelo en cuanto piso tierra. Se veía tan aliviado.
Las carcajadas no se hicieron esperar.
—Iré a ver cómo está —dijo después de un rato—. Estén atentos por si debemos llamar a una ambulancia. —Su equipo volvió a reír.
Sienna estaba llegando a la zona de vestidores cuando Maxim salió, viéndose mejor y con la ropa que había llegado.
—¿Cómo te sientes?
—Bien. Eso estuvo increíble.
—Puedes volver cuando quieras —dijo con su mejor sonrisa.
—Lo haré.
Sienna dudaba que fuera cierto, pero no dijo nada.
—¿Tienes algo que hacer esta noche? Quiero invitarte a cenar, me gustaría agradecerte por tomarte todas estas molestias en mi nombre. —Maxim le dio una sonrisa coqueta y ella casi rodó los ojos. Era demasiado obvio.
—No es necesario, lo hice con mucho gusto.
—Insisto, por favor. Te prometo que será solo una cena.
Sienna se quedó en silencio mientras lo consideraba. Maxim era guapo, de ese tipo que parecía conseguir cualquier cosa con una sonrisa, en especial porque sus rasgos le daban una apariencia inocente. Seguramente tendría a muchas mujeres suspirando por él, pero a ella no le produjo ninguna reacción, al menos no del tipo que Kassio le causaba.
«Basta», se regañó en silencio.
Debía dejar de pensar en Kassio.
—¿Sin segundas intenciones?
—Sin segundas intenciones.
—Está bien.
Era mejor que quedarse en su departamento suspirando por Kassio.
—Entonces, pasaré a recogerte a las siete de la noche.
—No es necesario. Envíame la dirección en un mensaje y allí estaré. —Theo la llamó—. Lo siento, debo regresar a entrenar. Nos vemos más tarde.