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Capítulo 42: Mi hermano

El niño les dedicó una sonrisa y pronunció algunas palabras que a Vincenzo le resultaron un tanto incomprensibles.

—Sí, mi amor. Son amigos. —Priscilla los miró—. Siéntense, por favor.

Vincenzo y su esposa se acomodaron en el pequeño sofá y Priscilla se sentó frente a ellos. El pequeño empezó a in...