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Capítulo 24. Una conspiración.

La mañana siguiente amaneció iluminada por el suave resplandor del sol, y en la habitación, el ambiente se sentía liviano y cálido. Rhoda despertó con una sonrisa y, al girarse, se encontró a Oliver, observándola, con su mirada llena de ternura y deseo.

—Buenos días —susurró él, acercándose para be...