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Prefacio.
Capítulo 1. ¡Hasta Venderte A Su Hija!
Capítulo 2. Tormenta emocional.
Capítulo 3. Cándida.
Capítulo 4. Colisión.
Capítulo 5. Coincidencias.
Capítulo 6. ¿Verdades?
Capítulo 7. Va a pagármelas, ¡Juro que lo hará!
Capítulo 8. Haré todo lo que me pidas.
Capítulo 9. Eran tres Natalia.
Capítulo 10. ¡Ella me robó primero!
Capítulo 11. Cruel confesión.
Capítulo 12. Chica lista.
Capítulo 13. Solo necesitaba olvidar.
Capítulo 14. Crisis de abstinencia.
Capítulo 15. Te arrepentirás toda tu vida.
Capítulo 16. Presentimientos.
Capítulo 17. Ese hombre no existe Natalia.
Capítulo 18. No te hagas ilusiones conmigo.
Capítulo 19. La persona al otro lado de la puerta.
Capítulo 20. No quiero ver mi sangre mezclada con la tuya.
Capítulo 21. La encerró.
Capítulo 22. ¿Mi rostro te parece familiar?
Capítulo 23. Deben sufrir en vida toda su maldad.
Capítulo 24. Por mi culpa murieron.
Capítulo 25. El peor verdugo.
Capítulo 26. Las consecuencias de los actos.
Capítulo 27. Ojos vacíos.
Capítulo 28. Debes reconocer que la perdiste.
Capítulo 29. Escapando de la realidad.
Capítulo 30. Al que a hierro mata muere a hierro.
Capítulo 31. Solo casualidades.
Capítulo 32. Una coincidencia.
Capítulo 33. Muestras de ADN.
Capítulo 34. Sintiendo alivio.
Capítulo 35. El karma llega.
Capítulo 36. La paga de la maldad es el infierno.
Capítulo 37. Las malas noticias siempre llegan una tras otra.
Capítulo 38. La hoja de trébol
Capítulo 39. Reencuentro con el pasado.
Capítulo 40. ¡He encontrado a nuestros hijos!
Capítulo 41. Mi vida por la tuya.
Capítulo 42. Destruyendo cualquier esperanza.
Capítulo 43. Te daré lo que sea.
Capítulo 44. Estoy dispuesto a pagar el precio.
Capítulo 45. Sangre de oro.
Capítulo 46. Los celos de Sol.
Capítulo 47. Adiós amor.
Capítulo 48. Morir por amor.
Capítulo 49. Encuentro.
Capítulo 50. El milagro perfecto.
Capítulo 51. ¿De quién eres madre?
Capítulo 52. Verdades descubiertas.
Capítulo 53. Otra amenaza.
Capítulo 54. Esconder la cabeza como un avestruz.
Capítulo 55. La fuerza incontenible del amor.
Capítulo 56. Planes familiares.
Capítulo 57. Apasionante encuentro.
Capítulo 58. ¡¡¡La amo con locura!!!
Capítulo 59. La esperanza se perdió.
Capítulo 60. ¿Broma pesada?
Capítulo 61. La venganza de Rhoda.
Capítulo 62. Una petición.
Capítulo 63. Vengo a recobrar lo que perdí.
Capítulo 64. Soy una persona rencorosa.
Capítulo 65. Miedo a un papel con unas letras.
Capítulo 66. El primero del resto de nuestros días.
Capítulo 67. Epílogo.
Un contrato con la CEO griega. Pasiones Griegas.
Prefacio.
Capítulo 1. La Heredera de los Zabat.
Capítulo 2. La encrucijada.
Capítulo 3. La Revelación.
Capítulo 4. Entre la presión y el secreto.
Capítulo 5. Encuentros y Secretos.
Capítulo 6. Revelaciones y Conflictos.
Capítulo 7. Un acercamiento inesperado.
Capítulo 8. Emociones alborotadas.
Capítulo 9. Sensaciones inesperadas.
Capítulo 10. Confesiones.
Capítulo 11. Un acuerdo inesperado.
Capítulo 12. Límites difusos.
Capítulo 13. Promesas Selladas.
Capítulo 14. Silencio en la Oscuridad.
Capítulo 15. Celos y confrontaciones.
Capítulo 16. Bajo la lluvia y sin barreras.
Capítulo 17. Frágil resistencia.
Capítulo 18. ¿Barreras derribadas?
Capítulo 19. Confrontaciones y decisiones.
Capítulo 20. La historia ha pasado.
Capítulo 21. Confesando verdades.
Capítulo 22. Entre dudas y confesiones.
Capítulo 23. Entrega y traición.
Capítulo 24. Una conspiración.
Capítulo 25. Secretos y sospechas.
Capítulo 26. La fractura.
Capítulo 27. Corazones rotos y decisiones difíciles.
Capítulo 28. Distancia y reflexión.
Capítulo 29. Reencuentro y reconciliación.
Capítulo 30. Un nuevo comienzo.
Capítulo 31. Sombras de incerteza.
Capítulo 32. Una mala noticia.
Capítulo 33. La verdad sale a la luz.
Capítulo 34. Máscaras caídas.
Capítulo 35. Reencuentros inesperados.
Capítulo 36. Revelaciones.
Capítulo 37. Nuevos comienzos.
Capítulo 38. Pasión renovada.
Capítulo 39. Capítulo final.
Epílogo.
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Capítulo 54. Esconder la cabeza como un avestruz.
Kostantin ni se inmutó, caminó hacia él, con esa expresión de arrogancia que expresaba cuando quería hacer rabiar a la gente.
—¿Crees que voy a salir huyendo como tú? ¡No soy un cobarde! —se acercó tanto a Simón que las manos de este empezaron a temblar.
—Por favor Kosta, aléjate de él, ¡Cuidado! ...