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Capítulo 27. Ojos vacíos.

Kosta escuchó las palabras del médico tan lejanas, tan irreales, por un momento tuvo la impresión de que todo eso le estaba ocurriendo a otra persona, o que estaba en una espantosa pesadilla de la cual pronto despertaría. El dolor era profundo, incesante, el peso de la culpa se erigía en su interior...