




Capítulo 7
La reunión pasó y Linda no quedó conforme en varias cosas, la principal es que Williams no tenía ni idea de cómo comparar si la materia que ofrecían era buena o no, por lo que ella se encargó de dar escusas y fijar una nueva reunión para ver si cerraban el trato o no.
Para cuando subieron nuevamente al auto Williams explotó.
— ¡¿Que mierda fue eso Linda, como me haces quedar como un idiota?!
— Acabo de salvarte de quedar como idiota, esa materia prima arruinará tu producto, lo bajará de nivel, ¡¿en qué rayos pensaba tu asistente?!
— En follar con Deivid o conmigo, no sé cuál de todas consigo el trato. — Sin darse cuenta Will había hablado de más, Linda entendió de inmediato que ellos estaban acostumbrados a dormir con sus asistentes.
“Son iguales que Erick y tú que no querías joderlo todo. Merecen que juegue con ellos.”
— Bien fueron unas ineptas, pero ¿ustedes como no se dieron cuenta?
— Tienes razón, esa cosa todavía está en mi dedo, tienes algún pañuelo o algo para limpiarme. — Will le pidió de buena manera a Linda, eso sumado a que le dio la razón, ella pensó que necesitaba un premio, ella sería la domadora en este zoológico.
Cuando Williams frenó en el semáforo, ella le tomó la mano por lo que él se giró a mirarla sorprendido por el contacto tan natural, y de pronto, vio como ella hizo desaparecer su dedo en el interior de su boca, al mismo tiempo que sentía como su lengua se deslizaba lenta pero fuerte, y el tirón de su pantalón le avisaba que esta vez debería descargar manualmente esa erección, porque no había modo que en este mundo él pueda sacar de su mente semejante imagen, los ojos de Linda clavado en los suyos adquiriendo poco a poco un color más oscuro, pasando del color miel al canela casi llegando al chocolate.
— Mmm, por lo menos su sabor es rico, como chocolate blanco y coco, pero demasiado aceitoso, definitivamente no es una buena combinación par un labial. — Williams estaba mudo, estaba de piedra y no solo su pene, él sentía que se estaba quemando por dentro.
Linda sonó sus dedos delante del rostro aturdido del hombre.
— Reacciona, ¿estás bien? — pregunto con un poco de burla.
— Si vuelves hacer eso te follare. — La voz de Will dejaba ver el deseo que sentía en ese momento. A lo que Linda rio.
— ¿Es una advertencia o una invitación?
— Tómalo como quieras.
— Por ahora lo único que quiero es poder llegar a tiempo a asistir a tú amigo.
Y eso lo enfureció, ¿por qué sentía que ella hablaba en doble sentido?, o mejor aún ¿por qué le molestaba?, ya en una que otra ocasión ambos habían compartido una mujer sin problema alguno. Fuera lo que fuera que lo molestara lo único que hizo fue acelerar, sabía lo que ese auto podía correr y esperaba arrancarle un grito de miedo a la atrevida muchacha, pero lo único que consiguió fue escucharla reír, ella reía como solo la adrenalina te provoca hacerlo.
Cuando llegaron a la empresa los ojos de Linda brillaban de emoción.
— Eso estuvo muy bien señor Jones. — Y cuando se bajó agregó.
— Espero que no sea para todo tan rápido y fugaz. — Cerró la puerta y se marchó, dejando a Will golpeando su cabeza contra el respaldo de su Ferrari.
Para ese entonces Deivid ya estaba esperando a Linda, estaban con el tiempo justo.
— Linda gordita, por fin llegas.
— Lo siento señor, la reunión no fue bien. — Mientras ella explica lo que sucedió Deivid no pudo sacar sus ojos del muslo casi al descubierto de ella.
— ¿Qué le pasó a tú falda? — pregunto un poco molesto de que fuera su amigo el responsable de ese desorden.
— Perdón señor, creo que subí de peso y mi ropa no lo soporto, no tuve tiempo de ir a cambiarme...
— Está bien no te preocupes, además pareces sexy así.
— Señor Deivid, las cosas que dice, ¿sexy yo? — Trato de ruborizarse, pero no pudo, Linda ya estaba anestesiada a esos cumplidos, más los fines de semana, cuando salía de caza.
— Créeme, eres sexy. Ahora vamos antes que perdamos a estos inversionistas.
— Claro señor, ya pedí un taxi, espero que me permita llegar a tiempo.
— ¿De qué hablas gordita?, si no tienes auto irás conmigo.
— No quisiera causar problemas, señor.
— No me causaras ninguno y deja de decirme señor, llámame, Deivid, por lo menos cuando estemos sólo.
— Como digas Deivid. — Al escucharla pronunciar su nombre sintió como su corazón se aceleraba.
— Vamos gordita, oh...
— Oh ¿Qué señor? — pregunto con falsa inocencia y Deivid le creyó.
"Mira esa cara es pura inocencia, definitivamente contigo me coronaré ganador."
— Llegaremos tarde.
Mientras bajan al estacionamiento, Deivid trató de concentrarse en que les ofrecería a los inversionistas para que acepten el trato, pero el perfume de Linda lo distraía.
— ¿Qué perfume usas?
— No creo que lo conozcas, no es de marca.
— Es delicioso, bueno Linda gordita, este es mi auto ¿Qué te parece?
— ¡Esto! ¡¿No puede ser?! Creí que el auto del señor Jones era algo increíble, pero esto me deja sin palabras. — Si definitivamente ella sabía fingir.
El resto del camino Deivid paso presumiendo su auto, sin saber que esta mujer había paseado hasta en avión privado, aun así, Linda era una maestra para fingir.