




Capítulo 4.
Apenas llegó a su edificio Linda corrió a hablar con René, necesitaba contarle con lujos de detalle lo que había sucedido en su primer día de trabajo.
La joven rubia pasaba gran parte del tiempo pintando, sus cuadros, que alguna vez fueron alegres y coloridos, desde que había sobrevivido al infierno de Terry, se habían vuelto tristes y grises, aun así, no perdía las esperanzas de volver a ser lo que era antes, de poder juntar esos pequeños pedazos de su alma y volver a armarse.
— Hasta que llegas, dime, me muero de curiosidad, ¿Cómo son?, te juro que después que cortaste la llamada, me quedé con los nervios de punta, no puede ser que te quiera despedir, ¿te dio un por qué?
— Tranquila René, mi trabajo ya está asegurado, los tengo donde quiero. Que te digo, son dos bombones que no me molestaría comer, lástima que son mis jefes.
— ¡¿Y eso que?! ¡Mira lo que son! estas fotos que me enviaste, te juro ¡monje mi braga!, dime si no tienes curiosidad por contar cuantos tatuajes tiene este cuerpo y este rubio, Dios lo dejaría atarme y que me haga lo que quiera.
— Te puedo asegurar que ese es su estilo, pero yo no me dejaré atar por nadie. No lo sé, son lindos y te mentiría si te dijera que no provocan cierta humedad entre mis piernas, pero dormir con mis jefes esta fuera de discusión, prefiero buscar algún sustituto en las noches alocadas en los bares que cometer el mismo error dos veces.
— Aunque esta vez contaría doble. — rebatió con picardía la rubia.
— Eres una cerda, pero.... no, no lo haría.... creo.
— Pero dime cómo son realmente. — René la seguía por toda la casa mientras Linda se despojaba de su ropa, para colocarse algo más cómodo.
— Ambos te confunden a primera vista, si no sabes buscar las señales correctas, Deivid se ve como un hombre duro, con sus tatuajes y ese peinado, ¡Dios tiene tatuada hasta los lados de la cabeza!, pero tiene cierta luz en sus ojos que te dejan ver que en realidad es un ser sensible muy a su pesar, y te puedo asegurar que todas las mujeres con las que ha estado se han comportado como creen que a él le gusta, mujeres fuertes y descaradas, pero lo que él necesita es a alguien débil e inexperta, alguien que lo haga sentir necesitado y útil. — respondió mientras se sentaba en el cómodo sofá blanco.
— Williams es su opuesto, por fuera aparenta ser calmado, serio y centrado, pero es un animal enjaulado que se especializa en pobres chicas incautas, las mujeres débiles lo buscan pensando encontrar a un príncipe encantador, sin saber que es un lobo disfrazado de oveja, estoy segura de que ya está aburrido de las niñas inexpertas, por eso es que su pene reacciono de esa forma cuando lo provoque, te juro que se me hizo agua la boca cuando vi semejante bulto empujando por salir de ese pantalón. — dijo al tiempo que lamia sus labios.
— ¡Eres una perra!
— Sí, lo soy, y él se dio cuenta que soy de todo menos débil, mi intención fue atacar a Deivid a la primera, ya que vi su foto y me confundí, pero cuando lo hice, pude ver como mis palabras afectaban a Williams, y lo demás fue fácil. — se jacto orgullosa de sí misma.
— Quieres decir que lo sedujiste ¿Cómo lo hacías con el hombre frío en el último tiempo que estuvieron juntos?
— No, claro que no, solo me mostré como soy.
— Puedes aparentar con todo el mundo, menos conmigo y lo sabes, eres una buena mujer Linda, solo que Erick te lastimó demasiado. — Rene se sintió mal por traer a flote el recuerdo de aquel hombre que tanto lastimo a su mejor amiga.
— No, él no me lastimó, fui yo, y la estúpida idea que él se enamoraría de mí, puedo leer a cualquier hombre, menos al único que robó mi corazón.
— Él no te lo robó, tú lo tienes encerrado, creo que debes parar, es hora de que busques un amor de verdad, no un sueño ni que tú cambies por esa persona, solo sé tú misma.
— No sé, soy buena para seducir, mientras más grande es el reto mejor, pero después, mis miedos regresan, no creo estar lista para una relación sería. ¿Qué tengo para ofrecer? — respondió con cara abatida la castaña.
— Dios, la mierda que tus padres te dijeron sí que se te metió en esa cabezota, ¿Cómo no puedes verte realmente?, eres la puta ama, eres como un arma cargada jugando a la ruleta rusa, tú decides quien cae y quien no, además tienes una inteligencia única, vamos Linda, daría todo por estar en tu lugar un día.
— Si seguro.
Las jóvenes pasaron el resto de la noche tratando de saber si eran o no dignas de buscar un amor verdadero o a lo sumo un compañero de vida, hacía dos años que vivían la vida un día a la vez, y un hombre diferente casi todas las noches, pero al llegar la luz del día, ese anhelo de tener un compañero a tu lado, alguien que te apoye y sostenga sin importar que, se hacía presente, no querían admitirlo en voz alta, ellas habían jurado no necesitar nunca más un hombre, pero esa era la verdad, lo que sus corazones y almas pedían.