




Capítulo 3.
Una sonrisa surgió en sus labios al recordar a Williams Jones, en el momento que vio al hombre rubio con cara de inocente y bien vestido frente a ella, supo que era de los que les gustaba llevar el control, que lo más probable es que tuviera un carácter del diablo, y con mucha experiencia en la cama, si, su forma tan pulcra de vestir así lo mostraba, y eso provocó que ella atacara primero, se notaba que estaba acostumbrado a llevar las riendas de todo, pero ella le mostraría que era mejor dejarla tranquila, si quería que su pene siguiera siendo útil con otras mujeres.
"Maldición Erick, aprendí demasiado bien tus técnicas, ¡me arruinarte por completo!”
Ella se lamentaba que el señor frío había cambiado su esencia, pero no era así, Erick Mark, solo le había enseñado a liberarse, sin miedo ni culpa.
— Hola, eres la nueva asistente de presidencia ¿verdad? — Una joven de unos 25 años rubia de piernas largas estaba parada frente a ella.
— Hola, sí, soy Linda Brown. — se presentó mientras extendía su mano.
— Un gusto soy Clara. Soy la secretaria de Rodríguez, sector 4.
— El gusto es mío Clara.
— Quería pedirte un favor. No quiero que pienses que soy una descarada ni nada, pero ¿podrías hablarme antes si el señor Williams tiene pensado ir a mi sector?
— Claro, pero ¿por qué?
— Es que ya no sé qué hacer para que me mire, y estoy enamorada de él.
— Ah, qué bueno, ¿y cuándo hablaron y se conocieron lo suficiente como para que te enamores de él? — pregunto, aunque conocía muy bien la respuesta.
— Nunca hemos hablado, él ni siquiera sabe que existo.
— Y tú ¿Cómo sabes que lo amas?
— Solo lo sé.
— Sí, bueno yo te avisaré, puedes estar segura, si me disculpas debo volver a presidencia.
"Esta mujer está loca, me imagino que yo era igual de ilusa, enamorada de un sueño, en fin, pobre de ella."
Linda siguió a su escritorio y comenzó a organizar las agendas de sus jefes, solo para descubrir que eran un desastre total.
"Qué carajo hacía la otra asistente, hay miles de reuniones mal agendadas o con el mismo horario."
Estaba teniendo problemas en reorganizar todo, cuando su teléfono sonó.
— Gorda ven a mi oficina. — ¿Gorda? ¿En verdad, es lo único que se les ocurre? Bien señor Deivid, es tú turno, voy a ver qué es lo que necesitas y te lo daré.
Linda golpeó muy suave la puerta dando la sensación de timidez y miedo, ella ya había visto su reacción cuando lo confrontó, eso sumado a sus tatuajes que eran visibles en cuello y manos, sabía que estaba ante un hombre que trataba de dar la sensación de chico malo y por lo tanto apostaría lo que fuera que todas las mujeres se comportaban tan malas con él como pensaban que quería, pero Linda estaba segura que este hombre caería ante ella si se mostraba dócil y débil una pobre mujer que necesitara un fuerte hombre que la protegiera.
Deivid pasó todo el día organizando su plan, quería ganarle a Will a como diera lugar y estaba confiado con que lo conseguiría.
"Que tenemos aquí, una gorda con aire de reina, sacando el grasiento cuerpo que tiene poder manejarla, gorda mala, chico malo, si nos complementamos y en menos de una semana, entre grito de desacuerdo me dirás que me amas rogaras para que te pida matrimonio y por fin Will aceptara que soy el mejor rompiendo corazones."
Si, Deivid estaba seguro de que su plan no fallaría, lástima que no sabía que Linda era mejor que él leyendo a las personas, ella ya se había dado cuenta que él solo quería mostrar una imagen de hombre malo y duro, pero esa no era su esencia.
— Gorda ven a mi oficina.
"¿Qué sucede? ¿Qué son esos golpes?, creí que entraría como todas las de carácter fuerte.”
— Pasa gorda. — Si bien Linda entró destilando seguridad en cada paso que daba, sus ojos y rostro estaban con una máscara de indefensa ternura, lo que hizo que a Deivid le costara tragar.
— ¿Qué te sucede? El trabajo se te hace difícil. — Algo en el interior de él despertó, su parte amable al verla de esa forma salió a flote.
— No señor, el trabajo es fácil, solo que... no quise hablarle de esa manera, me sobré pase y tenía miedo de que este enojado. — Esa voz tan suave y quejumbrosa, le provocó querer abrazarla, pero se mantuvo en su lugar.
— No hay ningún problema gordita. — Fue lo único que él pudo decir.
"Maldición había visualizado otra escena, ¿ahora qué hago?"
— Señor Smith, aquí tengo algo para que firme.
— Bien dame, veamos que es. — Linda le dio el contrato donde se aclaraba que ella podría recibir cualquier tipo de sobre nombre de sus empleadores y que no reclamaría indemnización alguna ni denunciaría malos tratos.
— ¿Qué mierda es esto? — pregunto confundido el tatuado.
— Lo que hable con el señor Jones, yo... necesito este empleo, no importa cómo me traten, después de todo, no me dirán nada que no me hayan dicho antes, solo... no me despidan y les aseguro que si en algún momento renuncio no los demandare por nada de lo que pueda pasar. — Linda dejo caer una lágrima para darle más realismo a la situación, hacia tanto que no se comportaba como era ella hace tres años atrás que no estaba segura de estarlo haciendo bien. Pero sus dudas se disiparon cuando el joven que aparentaba ser un hombre duro la atrapó en un fuerte abrazo, como queriendo realmente protegerla.
— No llores, no te ves bien con lágrimas en el rostro.
— Yo no me veo bien sin ellas tampoco.
— ¿Qué dices?, en este mundo nadie es perfecto a los ojos de los demás.
— Y ¿a sus ojos señor? ¿Cómo soy realmente a sus ojos?
Deivid la soltó y se alejó un poco, para mirarla con detenimiento y descubrió con asombro que ella le parecía linda, no había reparado antes en mirarla realmente en ese sentido, pero ahora veía como eso que en un principio le molestó y desagrado, era lo mismo que le atraía, toda ella era grande, no solo su vientre, sus senos eran enormes, sus caderas anchas, y un trasero en el que se moría por morder.
— Eres hermosa.
Dijo en un susurró y ella supo que ya tenía a los dos donde los quería.