




Capítulo 2.
La forma en la que habló y el brillo que adquirieron los ojos de Linda, sumado a la pequeña sonrisa que dibujó en esos carnosos labios provocaron una erección inmediata en Will, quien la miraba casi con miedo, ella se dio cuenta, y le sonrió de costado más ampliamente, para darse la vuelta y salir de aquel lugar, moviendo su gran trasero, el cual era bastante tonificado.
“¡No puede ser!, como es posible que esa mujer me caliente de esta forma con solo unas palabras, ¡¿qué mierda me pasa?!"
Williams estaba asustado, jamás le había sucedido tal cosa.
— Estúpida gorda, ya rogara por mí y le haré recordar este momento. — Deivid estaba más que furioso por la audacia de la nueva asistente.
— ¿De qué hablas?
— ¿Como de que hablo? de la apuesta por supuesto.
— Olvídate de esa estupidez, acaso no tienes ojos ¡¿o te atreverías a follar con ella?!
— En su defensa tiene linda cara, en fin, solo sería un polvo y listo seré el campeón.
— No, no, yo no puedo ni imaginarme, olvídalo es demasiado gorda para mi gusto.
— ¡¿Entonces abandonas?! ¡Sí, soy el rey de Rouge Grup! — el tatuado comenzó a festejar como si de un crio se tratará.
— ¡Nunca dije que abandonaría! sabes, de acuerdo, quieres continuar será así, hasta que ella se confiese enamorada de mi o de ti, y este juego se termina, creo que ya nadie quiere trabajar para nosotros, el próximo puede ser un hombre y eso sí que no.
— Bien, ahora sal tengo que idear mi plan.
— Sí, lo que digas Deivid. — Williams salió de la oficina de su mejor amigo y agradeció que Linda estuviera ocupada en el computador, no estaba seguro de que cara tenía.
“¿Qué carajo paso en esa oficina, no puede ser falta de sexo, anoche estuve con una de las secretarias del segundo piso, ¿que está mal en mí?, algo me dice que me alejé de ella. Ya sé, ¡la asustare para que renuncie!”
Will tomo el teléfono y si, como ella dijo ahí está el número de su nueva asistente.
— Linda ven un momento.
“¿Me habrá escuchado? Debí esperar a que contestara."
La puerta se abrió en ese segundo. Mientras la castaña entraba con paso confiado.
"Valla que tiene confianza, ni siquiera toco la puerta."
— ¿Que se le ofrece?
— Mira, no sé cómo decir esto, toma asiento. — Ella hizo lo que le pedía. Mientras un nervioso Williams se paseaba de un lado al otro sin poder estar quieto.
— Debes renunciar. — dijo y espero un escándalo, en cambio obtuvo una mirada seria de la joven.
— ¿Por qué sería?
— Deivid y yo somos personas difíciles de manejar, a veces explotamos, pareces una buena chica, pero nosotros somos muy crueles, creo que tu apariencia te pondrá en un lugar difícil, no queremos que nos demandes por discriminación cuando salgas llorando por burlarnos de tu cuerpo...
— Disculpe, se refiere a que me dirán, gorda, señorita mantequilla, etc... Eso lo podemos solucionar, redactare un contrato donde se estipule que los apodos que me den no serán motivo de demanda alguna. — Ella no se veía alterada ni molesta, hablaba con una tranquilidad inquietante.
— ¿Tanto necesitas el trabajo? ¡¿Además de gorda eres pobre?! — dijo el rubio sin poder contenerse.
— Se podría decir, en fin, si solo era eso, estaré en mi escritorio.
Linda se dirigió a la salida y Will estaba con los nervios de punta, quería que ella renunciara, no quería tener que enamorar a esa mujer grande y gorda, algo en él le decía que eso no era buena idea.
Por lo que la tomo del brazo y la giro con brusquedad.
— Espera, maldita gorda. — Linda, lejos de asustarse avanzo sobre él, haciéndolo retroceder hasta acorralarlo entre ella y el escritorio, se aseguró de que sus grandes y redondos pechos chocarán con el fornido tórax de su nuevo jefe.
— Dígame señor Williams ¿qué quiere de mí? — Al sentir el dulce aliento de la joven sobre su rostro, Will sintió deseos de probar a que savia esa boca, y cuando sintió los pechos de ella aún sobre la ropa, la erección se hizo presente nuevamente, él estaba aún más duro que antes.
— Esto está mal. — dijo el hombre en un susurro.
— ¿El que señor? Que usted me insulte o que yo, alguien gorda ¿lo caliente de esa forma? — Williams no podía creer que ella se hubiera dado cuenta de eso. — No se preocupe señor, guardaré su secreto, y no se sienta afligido, a decir verdad, es mi culpa, muchos dejan volar su imaginación cuando me ven, pero suelo ser demasiado para ellos. — El que ella dijera eso sonriéndole de una forma condescendiente lo enfadó de sobre manera.
— Tú no provocas más que asco en mí. — trato de mentir, pero la castaña era una reina del engaño, por lo que se dio cuenta de inmediato.
— Claro, seguro, bien en ese caso, si no me va a necesitar para que lo ayude.... me retiró. — Linda giro sobre sus talones y cuando llego a la puerta antes de abrir lo volvió a mirar, para decirle con una voz sumamente sexi. — Un consejo, si se va a tocar en el baño y no tiene lubricante use jabón, de paso se ahora un paso para limpiarse luego. — Le guiño un ojo y salió, como si no hubiera dicho nada.
“¡Maldita gorda!”
Williams tenía ganas de arrojarle algo pero en lugar de eso, terminó en el baño, estrangulando a su pene, dándole sacudidas tras sacudidas, tratando en pensar en alguna de las infinidades de mujeres que pasaron por él, sin embargo solo pudo disfrutar de su acción cuando cerró los ojos y visualizo a esa mujer tan descarada como para darle consejos de cómo masturbarse y en ese momento que se imaginaba llenando la boca de Linda con su pene, él tuvo el mejor orgasmo de su historia, hasta tal punto que no pudo refrenar el grotesco gemido que salió de sus labios.
— ¡Que mierda hice! ¡¿Acaso me volví loco? como pude pensar en ella chupando mi pene!
Si, él estaba furioso. Mientras que Linda disfrutaba de su tiempo de descanso, bajo a la cafetería y se sentó sola, como era su costumbre, ella no confiaba en las personas, le aquejaba de cierta forma como todos la miraban, algunos con pena, otro con desagrado, ella sabía lo que pesaba cada uno a su alrededor gracias al entrenamiento del señor frío, nadie la veía como realmente era.