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CAPÍTULO 8

Lia no pudo evitar vibrar cuando se bajó de esa limusina. El aire cálido que golpeó su rostro la ayudó a respirar mejor, ahora mismo solo caminaba sin parar, sintiendo esos ojos negros encima de ella detrás de su espalda.

No giró, ni vio de reojo si el auto y todo el comité de seguridad del jeque h...