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Capítulo 34. Amor que florece

En la mansión, en Temuco

Al terminar de hacer el amor, Donald estaba extasiado, embelesado, contemplando a su mujer.

—¿Me puedes prometer, que si me quedó me harás el amor todos los días? —Interrogó ella, sonriendo.

—¡Te prometo, que te haré el amor, las veces que quieras! —Sonrió él, levanta...