




Capítulo 2
Me encuentro en el portón de mi manada. Los guardias, quienes al verme hacen una reverencia para inmediatamente abrir el portón. Paso y me dirijo a paso calmado hacia la mansión.
Cuando llego, una de las mujeres que atiende la mansión sale con una manta, me transformo en mi forma humana y ella inmediatamente corre a cubrir mi desnudez. Asiento en su dirección en muestra de agradecimiento y me dirijo escaleras arriba hacia la habitación, cuando llego me cambio y salgo al despacho en busca de Samuel, mi Beta.
Cuando llego al despacho, él ya se encuentra ahí, sentado en un sofá bebiendo whisky.
- Samuel. - saludo. Él es de las pocas personas a las cuales me dirijo por su nombre.
- Kyle, - asiente en modo saludo. - Que bueno es volver a casa. El hospedaje de allá no es tan malo, pero nada comparado que con el calor de tu hogar.
- Pienso lo mismo. - sonrío un poco.
- Espera, ¿acabas de sonreír?, ¿el Alpha Kyle de Luna creciente acaba de sonreír? - ¿qué tiene de malo?
- ¿Y eso es malo por...? - alzo una ceja y dejo la pregunta en suspenso a la espera de que él termine.
- No he dicho que sea malo Kyle, solo que me sorprende que tú, siendo como eres, sonrías.
- Tengo algo que contarte, mamón. - digo ignorando su anterior comentario.
- Soy todo oídos. - se acomoda un poco en el sofá.
- Encontré a mi Luna. - lo digo así sin más.
- ¿En serio? - yo solo asiento con seriedad. - ¡Felicitaciones, hombre! - me viene a abrazar pero nota mi disgusto por lo que me da solo un apretón de manos.
- ¿Y cómo es? - pregunta luego.
- Es hermosa y toda mía, solo eso te diré.
- Que malo. - hace un puchero. Pero qué ridículo.
- ¿Y tú?, ¿encontraste a tu mate? - pregunto ignorando su anterior comentario, como siempre.
- No. - dice cabizbajo.
- Tranquilo, ya verás que pronto la encontrarás. - le digo a la vez que me acerco y le doy palmadas en su hombro.
Estoy seguro de que la encontrará más pronto que tarde, porque si bien se dice que cuando un Alpha encuentra a su Luna, ésta es quien da estabilidad y fuerza a la manada, entonces, una vez que el Alpha la encuentre, las bendiciones vendrán con ella, lo que significa que los que no han encontrado a su mate, tienen la posibilidad y esperanza de encontrarla más rápido.
Luego de darle mi apoyo, nos ponemos a hablar sobre que haré con mi Luna. Es cierto de que mi necesidad hacia ella aumenta cada vez que la pienso, pero quiero ir lento, enamorarla y que se llegue a sentir cómoda conmigo.
- ¿De qué hablas?, Debes traerla inmediatamente para acá, le guste o no, su deber es estar conmigo, con nosotros. - Escucho que gruñe Kobu.
- Tengo una idea mejor; vayamos a ver cómo se encuentra. - propongo. Él no dice nada y eso lo tomo por un sí.
- Te dejo a cargo la manada, saldré un rato.
- Dale saludos a nuestra Luna de mi parte.
- Samuel... - alargo su nombre en sonido de advertencia, sabe que no me gusta que me molesten y mucho menos estas clases de cosas.
- Vale, vale. Ve con tu Luna, Alpha.
Asiento y me largo del lugar. Dando solo unos cuántos pasos para tirarme y transformarme en Kobu a la vez. Solo iré a ver si está bien y luego regreso.
(...)
Son las doce de la madrugada y me encuentro en una rama de un árbol, que está cerca de la ventana de la habitación de mi reina, hace más de tres horas que se quedó dormida, y lo sé porque su respiración y latidos se encuentran lentos, tranquilos.
Parezco un acosador.
- Parecemos, - corrije Kobu. - Pero no me importa, su tranquilidad hace que yo esté tranquilo y no quiera ir a torturar a nuestros prisioneros. - ronronea.
- ¿El gran e intimidante Kobu ronroneando?- me burlo.
- No me digas nada, es ella quien lo provoca. ¡Ya sé!, - grita luego de unos minutos de silencio, gracias a la diosa que solo lo escucho yo, de lo contrario hubiese despertado a mi mate.- ¿Por qué no entramos a su habitación?
- ¿Estás demente?, ¿Y si despierta y me ve? - niego.
- Pero solo serán un par de minutos, quiero verla y ver que no esté pasando frío. - dice y me convence.
- De acuerdo, pero solo serán un par de minutos y ya. - accedo.
(...)
Hace tres horas que entré a su habitación. Pensé que serían un par de minutos, pero con ella así de tierna que se ve durmiendo no me apeteció irme.
Fué un problema abrir la puerta del balcón sin hacer ruido para no despertar a Rose. Sí, así se llama mi mate, y lo sé porque en la carpeta que me entregaron de las dos familias venía escrito, aparte de que cuando entré a su habitación, revisé cada rincón y había una libreta que tenía su nombre como tambien estaba escrito en la pared del cabecero de su cama.
Luego de revisar todo, me senté en un pequeño sofá/sillón que hay en su habitación y desde entonces, me he dedicado estas tres horas a admirarla y a disfrutar de su aroma a tierra mojada y páginas de libros viejos. Es malditamente atrayente, exquisito, tranquilizante, adictivo y pare de contar.
Veo que se remueve y me doy cuenta de que ya es hora de irme, el alba ya se está asomando y tengo que estar al tanto de mi manada, reforzar la seguridad y asistir al entrenamiento de los cachorros novatos. Pero una vez me organice y me despeje de todo, vengo por mi Luna, no me importa que no quiera, tiene que asumir su lugar como Luna de la manada y gobernar junto conmigo.
- Ya quiero tener por lo menos una tropa de cachorros con ella. - Kobu.
-Ya somos dos. - le respondo.
La verdad muchos dicen que es ridículo que nuestra bestia interior se pueda comunicar con nosotros, sus portadores. Y de hecho es así, antes no se podía, ya que se supone; el poder transformarnos en lobos es una maldición, pero la diosa Luna, nuestra madre celestial, se compadeció de nosotros dándonos el privilegio de que nuestras bestias tuviesen conciencia propia, para que así no es tuviésemos tan solos por el resto de nuestras vidas.
El primer lobo que tuvo a su mate según dicen fué el hijo de la diosa Luna con el dios sol, ellos se enamoraron y decidieron bajar como simples mortales a la tierra, a escondidas obviamente, ya que si bien un romance entre ángeles es prohibido, entre dioses lo es más, pero como todo pasa, con el tiempo el todopoderoso, se enteró de dicho amorío entre ambos dioses, pero para ese entonces la diosa Luna ya se encontraba embarazada del dios sol, el todopoderoso al darse cuenta castigó, en medio de su ira y rencor por haber desobedecido una orden suya, a esa criatura que ellos esperaban con ansias, ¿y cuál era el castigo?; La muerte.
La diosa Luna aterrorizada le imploró al todopoderoso que no lo hiciese, pues su hijo no tenía culpa alguna, a lo que éste accedió, pero aún así maldiciendo a esa criatura y era que tendría que vivir con una bestia habitando dentro de él por el reto de su vida, lo que significaba que ese ser que aún no nacía no podría vivir una vida normal, ni como dios, ni como mortal, condenándolo así por el resto de su vida, y que ésta maldición se pasaría de generación en generación hasta el último suspiro de la tierra.
El dios sol conmovido y a la vez entristecido, le rogó de una y mil maneras al todopoderoso que no le castigara así, que él tenía la culpa por haberse enamorado de quién no debía, que entonces era él quien tenía que cargar encima todo castigo y maldición del señor, pero ya la maldición estaba hecha. El señor, para alivianar la situación le concedió a esa criatura el don de convertirse en una bestia para a la vez mandarlo a la tierra como protector de ésta, también concediéndole la oportunidad de tener una compañera de vida con quién procrear para que así, hubiesen, más protectores de la tierra. Pero eso no era todo, como castigo a quienes incumplieron su orden, los obligó a separarse y que de la única manera en que se encontrarían, sería con el alba; "cuando el sol se esconda en el atardecer, podrá ver por unos instantes a su amada Luna, y cuando la Luna se esconda, podrá ver también, por unos instantes a su amado el Sol". Condenándolos en su amor eterno.
He ahí la historia de nuestra raza. Claro que ahora no es del todo una maldición, que aunque nuestras bestias toman el control de nuestros cuerpos en luna llena, sin peros ni nada que podamos hacer. Y los que tienen mates aprovechan eso para procrear a sus cachorros, y pasar tiempo piel con piel con sus mates, ya sean humanas, brujas, hadas e incluso vampiros.
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