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La despedida

Hermes rodeó a Hariella con un brazo, mientras el otro sostenía a uno de los mellizos. Hariella, con una mano en la de Hermes y la otra en la de su hija, se sentía plena y feliz. Los gritos de los vendedores ambulantes y el aroma de las palomitas de maíz y los perritos calientes llenaban el aire, cr...