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La aclaración

Hermes agarró por la mano a Marianne y la llevó así, hasta el auto. Subió a Marianne en el vehículo y comenzó a manejarlo, dejando a su precioso ángel en la soledad de la tristeza.

Las lágrimas recorrían las mejillas de Hariella como delicado rio y se le dificultaba respirar. Sus manos le temblaban...