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Con mi pie elevado y sobre un almohadón, es que observo a mi primo perfumarse. Bueno, literal, bañarse en alcohol y no pierdo oportunidad de burlarme de él. —Bañate, sucio —comento y le tiro uno de los almohadones que estoy usando para descansar mi cabeza. —Estoy limpió, lisiada. Y así estamos, burl...