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Capítulo 10

—¿Qué? —Ella lo miró. El chico río.

—Estas pensando sobre la propuesta de Tara ¿no? —Mia asintió un poco preocupada, no pidia ocultarlo.

—¿Tú has hecho eso alguna vez? —Logan siguió mirando hacia al frente, no sabía como tomaría su respuesta.

—Si, lo he hecho antes, fue agradable...

—¿Al final que paso? —El chico frunció el ceño, entonces creyó entender cuál era la duda de Cohen.

—Cada uno regreso con su pareja y vivieron felices para siempre. —Rio ante lo último. Mia soltó un puchero, haciendo que Logan la observabara un poco distraído por el tierno gesto.

—No te burles...

—No lo hago, te lo prometo. Se que tienes dudas, pero te prometo que estaremos bien, al final tu podrás volver con Bruno, y retomarán su relación mucho más viva que antes. —Trató de convencerla.

—¿Entonces tú... estas desacuerdo con esto? —dijo casi sorprendida. Logan se encogió de hombros y se estacionó sobre la acera, justo en el edificio donde vivían Cohen. Se giró un poco sobre su asiento para mirarla mejor.

—Eres hermosa. —dijo enigmático—. ¿Cómo podría siquiera negarme a estar contigo?

Mia dejo las llaves de su casa sobre la mesa junto a la puerta, se quitó las zapatillas de santin que llevaba puestas y el saco. Estaba cansada, física y mentalmente, necesitaba un ducha y dormir mucho. Soltó un suspiro dirigiéndose a hacer lo pertinente, empezó a llenar la bañera, mientras se despojada más de su ropa. Quería olvidar esa noche, no quería si quiera pensar en la idea de un intercambio por que sentia una opresión en su pecho.

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Al otro día la rutina de su vida comenzaba de nuevo, Clara la interceptó después de decender del ascensor. Ese día no había podido dormir mucho, además de que todo lo que había pasado en la madrugada la tenía pensado demasiado. Revisaba su celular cada cinco minutos esperando recibir una llamada o mensaje de Bruno con alguna disculpa, sin embargo, no había nada en su bandeja. ¿Qué pasaba con el?

—De nuevo la super modelo, quiere una cita lo antes posible. —Mia se dio un golpe en la cabeza, con todo lo que estaba pasando con su trabajo había olvidado a Samanta y su propuesta.

—Lo veré en este momento, pero antes de eso... —Clara levanto la mano extendiendo un café hacia su jefa, esta sonrió, era exactamente lo que quería—. Pero...

—Americano, supe que ayer salio a divertirse. —Mia sonrió amable, Clara era tan eficiente que no necesitaba decirle las cosas, ella estaba un paso adelante.

—Gracias.

—Le dejo las citas de hoy... —dejo los papeles sobre su escritorio y salió.

Mia se sentó en su ya conocido asiento mirando que todo estuviera en orden, abrió el primero folder unos segundos antes de que tocaran a su puerta y se asomaran por esta. Sonrio cuando vio la cara de su amiga con una sonrisa traviesa, eso significaba una cosa, había pasado algo importante y ahora seguía contarle los detalles.

—Hola preciosa. —Miranda entro despampanante, como ella solo sabía y se acercó a Mia dándole un casto beso en mejilla.

—Esa sonrisa me lo dice todo, y ese vestido. —La observó sorprendida, ese día se había esmerado para verse realmente atractiva. —¡Wow!

—Lo se, lo sé. —dijo mientras posaba para su amiga.

—Ahora cuentamelo todo. —Mia señaló una silla. Tenia mucho trabajo, bastante, pero jamás se perdería la oportunidad de que su amiga le contará lo que la tenía tan feliz.

—Es un diez definitivamente... —Mirada se sentó mirándose las uñas y su buena manicura.

—Pero dime donde lo conociste.

—Recuerdas al señor Lort. —Mia abrió sus ojos. No pidoa creer que su amiga...

—Miranda...

—Ya se. —Soltó un puchero al sentirse regañada por su amiga.

—El señor Lort es un cliente.

—Si.

—Sabes las políticas de la empresa.

—Si.

—Y lo peor de todo es que es casado.

—Sii. —Ahora que lo pensaba mejor estaba siendo mal, ella lo sabía, pero no pudo contener la atracción que sintió por el.

—¿Desde cuándo? —Miranda la miró pensativa, sabía que no debía contarle eso a su amiga y socia, pero no podía ocultarle nada—. Ya dijiste lo peor, vamos dime desde cuando.

—Desde hace dos semanas. —No podía regañarla, Miranda era una buena mujer, no creía que las cosas hubiera pasado por un desliz, seguramente había algo más que la hizo caer en el amor de una relación complicada. Como su amiga tenía el deber de decirle sobre los contras.

—Sabes lo que pasara si algo sale mal ¿no? —El rostro de su amiga se desformo, lo sabía.

—Bueno, sabes que aquí estaré si me necesitas. —Estiro su mano sobre el escritorio de cristal hasta que Miranda la tomó y apretó como signo fraternal, sabía que ambas podían contar con la otra.

—Gracias Mia, y perdón por esto, no lo planee. —Cohen negó, ella lo sabía—. Bueno pero no hablemos más de mi, dime como te fue ayer en tu salida nocturna. —Miranda mesero sus cajas sugerente.

—Al parecer todo se han enterado de que fui a un club con Bruno.

—Bueno, el se encargo de subirlo a las redes. —Miranda le mostró la publicación de Bruno en la redes sociales donde ella estaba sobre sus pierna y el tomaba de su copa—. ¿Y qué tal te la pasaste? Al menos ya arreglaron sus problemas, supongo, te vez feliz en la foto. —La pelirroja miró la foro nuevamente, Mia están riendo, pero levantó la mirada en cuanto escucho el bufido proveniente de la boca de su amiga. Esa no era una buena señal—. ¿Qué ocurre?

—No tienes ni la más remota idea de que es lo que pasa. —Mia parecía molesta y lo estaba o al menos eso creyó sentir, se sentía muy confundida para ser verdad.

—¿Ahora que hizo ese idiota? —Claro, para Mia no era un secreto que Bruno no era santo de su devoción. Miranda siempre se recalcaba lo patán y bueno para nada que era Dallas, a parte de decirle que era claro que el no la quería realmente ya que hacía que sus inseguridad crecieran con cada comentario misoginio.

Cohen estaba muy enamorada para notarlo siquiera, siempre lo tomaba a juego cada vez que le decía que estaba aumentado de peso o que no se veía bien con algo que se ponía. Lo odiaba definitivamente lo hacia. Aún así, lo toleraba por ella, no quería ponerla en una situación donde tuviera que escogerla a ella o a él, por que la pelirroja estaba casi segura que lo escogería a él y no podía permitirás perder su amistad por un inbecil cono Bruno, solo le quedaba la esperanza de que algún día ella se diera cuenta de las cosas y reaccionará.

—Me llevo al club de su amiga Tara, donde conocí a otros de sus amigos de la universidad y al novio de Or. —Miranda alzó una ceja curiosa, si, ella sabía lo que había batallado para que Bruno le presentará a alguien cercano a él, un familiar y esos amigos era lo más cercano.

—Supongo que platicaste con ellos. —Mia negó. —¿Cómo?

—El novio de Tara no me dejo sola en ningún momento...

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