




Es ella.
—No lo sé.
Nunca la había visto pero Răzvan me había comentado que había una nueva, debe ser ella. Es preciosa ¿A qué sí?
No pasé desapercibida su burla evidente aunque decidí ignorarla.
Iba a contestarle pero en ese preciso momento su baile se terminó.
Nuestros ojos hicieron contacto y por primera vez en mi vida sentí como si apretaran mi corazón zarandeándolo de un lado al otro.
Mi respiración se cortó y el resto de mundo pareció desaparecer en ese momento.
Sólo existíamos ella y yo en este mundo.
Su mirada me trastornó.
Tocó una fibra sensible en mi interior aunque en ese instante me negué a ello cuando la preciosa chica apartó sus ojos de mí y se fue sin voltear a verme.
Ella era digna como una reina.
Gruñí antes de acabarme la bebida de golpe para girar mi cabeza en dirección a mi amigo ignorando a los bastardos que le lanzaban dinero sin embargo ella los había ignorado a todos, no sólo a mí.
Como dije antes.
Digna de una reina.
— ¿De qué te ríes? —gruñí molesto por su estupidez.
—Por primera vez en mi vida veo que te quedas sin palabras y lo peor es que es a causa de una mujer.
—Deja de alucinar.
Ninguna mujer tiene el poder de desarmarme Rashim, tú me conoces más que nadie y lo sabes.
—Ninguna antes lo ha hecho, hasta ahora —me respondió burlón pero yo volví a ignorarlo llamando de nuevo a la mujer que me había atendido antes quien de inmediato sonrió aunque yo no le correspondí.
—Dos bebidas más, por favor.
Ella me respondió aunque no pude escuchar nada de lo que me dijo ya que Rashim habló en ese momento.
— ¿Nos quedaremos más tiempo? Puedo averiguar su nombre real.
La chica se fue y me fijé en él tensándome.
—No me interesa esa chica Rashim —gruñí aunque mis palabras no fueron ciertas del todo.
No voy a admitirlo pero él lo sabe y se ríe de mí irritándome.
—Claro, claro.
No te importará entonces que vaya a conocerla y coquetee un poco con ella. La carne fresca siempre es atractiva.
Me molestó su comentario pero fingí que no lo hizo.
Vi como se levantó tensándome una vez más ya que realmente iba a ir con ella.
¿Por qué eso me molesta tanto y me inquieta en partes iguales?
No puedo comprenderlo.
Rashim se fue aunque no lo seguí con la mirada sabía precisamente a dónde se dirigía.
—Jade —murmuré a la nada saboreando su nombre entre mis labios aunque sabía muy bien que no era común que las chicas dieran sus nombres reales en estos lugares.
Negué con la cabeza incómodo de sentirme atraído a ella.
Inconscientemente me levanté buscando a Rashim pero no por él, de verdad quería verla a ella.
No tengo una explicación lógica para eso sin embargo no la necesito.
—Tu trago —me dijo la mujer que me había estado atendiendo y yo le di una mirada fulminante tomando este para darle un trago final.
Estaba fuerte y me quemó la garganta pero no hice ni siquiera una mueca antes de devolver el vaso a la charola.
—No vuelvas a tutearme, no te lo he permitido —gruñí dándole la espalda para seguir caminando a mi objetivo.
Cada vez me sentía más ansioso.
— ¿Y la otra bebida, señor? —me preguntó desde atrás, esta vez la voz sonó más seria entendiendo su lugar.
—Tómatela tú, ahora no la necesito.
Ella no me dijo nada así que yo seguí mi camino buscando a Rashim pero fue a Răzvan a quien encontré al final.
Este al verme sonrió.
—Max, Rashim no me había dicho que estabas aquí.
Yo asentí restándole importancia para después saludarlo.
—Es un honor que estés aquí.
—Para mí no tanto.
Răzvan se rió como si hubiera sido un chiste pero tanto él y yo sabíamos que yo no bromeo nunca.
— ¿Ibas a buscar a Rashim? Te llevaré con él.
Ambos caminamos por los pasillos hasta llegar a donde mi amigo estaba con tres mujeres aparte de Christel, la esposa de Răzvan.
Rashim alzó la mirada para verme y sonrió de inmediato como si ya hubiera conocido mis movimientos.
No me gusta ser predecible y por primera vez lo estoy siendo por una muchacha que ni siquiera conozco.
Contuve mi molestia y deslicé una mirada a las chicas que estaban en la habitación.
Todas eran rubias, salvo la que ahora se había levantado para hablar con Christel.
Como dominado por un instinto sexual mi polla se puso erecta enseguida al ver la espalda larga y estilizada de la muchacha.
Mis ojos se deslizaron por su trasero respingón hasta llegar a sus piernas preciosas.
No me queda duda.
Es ella.
La reconozco aún de espaldas.
Ese cabello largo y precioso de color chocolate llega hasta un poco más abajo de su cintura.
Maldigo mentalmente por lo que le hace a mi cuerpo.
No me gustan los hombres básicos que se llevan por el instinto animal atrapado en ellos.
Que no pueden resistirse a una cara bonita o a unas buenas piernas femeninas.
Yo siempre he sido más mental.
Menos animal.
Sin embargo no es lo que estoy pensando ahora mismo que la tengo frente a mí.
Todo mi cuerpo grita desesperado por ella.
Mis manos pican por tocar esa lechosa piel suya.
Me pregunto cómo será tirar de ese cabello largo.
¿Cómo será conmigo en mi cama?
Estaba completamente excitado por lo que esta chica está haciendo y lo más importante es que ella literalmente no está haciendo nada para provocarme.
De hecho creo que ni siquiera sabe de mi existencia.
Ella murmura algo a Christel quien la mira como si quisiera decirle algo más pero que lo piensa mejor niega con la cabeza antes de tomarla por la mano para que se diera la vuelta y ambas se dirigieran a la puerta.
Es en ese preciso momento donde nuestros ojos se encuentran una vez más en el día logrando que contuviera el aliento.
Por primera vez en la vida necesito saber quién es ella.
Su nombre verdadero. No Jade.
Me prometo que voy a saber pero... ¿Qué haré después de eso si la atracción entre nosotros es tan desgarradora?