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Pervertido/Parte 1

Lillie

Su vista se desvía hacia mi provocativo escote. Con eso me doy cuenta de que mis pechos están muy pegados a su pecho firme. Él arquea una de sus cejas y sonríe, elevando la comisura de su labio, sin dejarme reaccionar rápido.

—Pero ¡¿qué está haciendo?! —Lo empujo hasta lograr alejarme de él y me cubro los pechos con los brazos.

No sé quién es este sujeto que está idiotizado viendo mis pechos con descaro y picardía.

«¡Es un imbécil!».

Después de que me aparto, él levanta las manos en un modo rendido con una sonrisa burlesca. Parece divertirle algo. Sin dejar de verme, se acerca de nuevo con una postura arrogante que lo hace ver más atractivo

«¿Qué tonterías pienso? Estoy volviéndome loca».

—Molto bello. —Ladea una sonrisa. En su mejilla se marca un hoyuelo, dándole un toque más lindo.

Lo observo en silencio, detallo todo su perfecto rostro. Puede ser que no haya entendido lo que quiso decir, pero mi enojo regresó, no por eso, sino porque su estúpida sonrisa burlona no se borra de su atractivo rostro. Quisiera responder a su comentario extraño e insultarlo por arrogante, pero como no sé ni en qué idioma habló, no lo hago.

«¡Jodido presuntuoso!», grito en mi cabeza.

Noto que añadirá algo más, pero su móvil suena en el bolsillo de su pantalón. Gruñe y maldice en voz baja, pero logré escuchar. Después de unos segundos, responde en el mismo idioma con el que me habló hace unos minutos. No deja de mirarme. Aun así, aprovecho para escabullirme de ahí, y lo logro. Camino lo más rápido que puedo antes de que se dé cuenta. Tarda en reaccionar, ya que estaba concentrado en su llamada. Me agradezco a mí misma por haber podido escapar de ese engreído.

Minutos después, termino de alistarme para salir a bailar. Me coloco mi antifaz y arreglo un poco mi cabello, ya que mi peinado se desacomodó con la gorra que traía puesta. Eso me hace recordar lo que pasó hace un momento, cuando tropecé con ese majestuoso hombre oscuro. No he logrado sacar su rostro de mi mente, y es que es magníficamente guapísimo, solo que lo que tiene de guapo lo tiene de arrogante y odioso. Una de mis compañeras entra para avisarme mi próxima salida al escenario. Termino mis últimos ajustes y me pongo de pie para salir de ahí y dirigirme hacia el alboroto de aplausos y silbidos.

Me encuentro detrás del telón. Espero indicaciones, como acostumbro hacer.

Escucho la voz de Ben, el presentador.

—Muy buenas noches, caballeros. Hoy, como todos los fines de semana, les dejamos para lo último lo mejor. Espero que disfruten de este maravilloso baile y se deleiten con la belleza e inocencia de nuestra joya más preciada. Dicho esto, les deseo una feliz velada. Sin más que decir, los dejo con la preciosa Esmeralda.

Todos sueltan gritos, chiflados y aplausos.

En cuestión de segundos salgo detrás del telón. Como siempre, sin ver al público, cierro los ojos por unos segundos mientras la música comienza a sonar. Luego empiezo con mis movimientos lentamente, dejándome guiar por la melodía. Danzo al compás del ritmo hasta que se hace más movido, al igual que mi meneo. Me dejo llevar sin importar quién o quiénes se encuentran a mi alrededor. Siempre me concentro en los días que fui una bailarina de danza. Eso es lo que me ayuda a no pensar que estoy frente a muchos lobos hambrientos en poca ropa.

Después de abrir los ojos, me balanceo con mis caderas en el tubo que se encuentra en medio del escenario. Realizo mis maniobras e intento no perder la sensualidad. Me atrevo a fijar un poco mi vista en el gentío. Todos son hombres con trajes elegantes, algunos se encuentran acompañados ya sea de algún guardaespaldas o alguien más. Todos beben y fuman sentados con completa comodidad. Todos de diferentes edades. Mis ojos se detiene en solo uno. Es el hombre majestuoso y arrogante con el que me tropecé hace unos minutos. No deja de verme. En su rostro puedo notar su misma tonta sonrisa que esbozó cuando me vio los pechos. Estoy expuesta ante su oscura mirada. Comienzo a temblar de pies a cabeza. Tiene cuatro guardias escoltándolo detrás. Le hace señas a uno de ellos. Cuando se acerca junto a él, le dice algo al oído. En ningún momento ha dejado de verme, y eso me tiene intranquila. Solo espero que no tenga nada que ver conmigo lo que le haya dicho.

Ignoro al hombre que casi me come con la mirada y me concentro en lo mío.

Luego de terminar mi actuación de baile, recibo muchos aplausos eufóricos. Salgo casi corriendo de ahí.

No quiero encontrarme con ese tipo, así que solo tomaré mis cosas y el abrigo para salir lo más pronto posible. Ya en mi casa me daré una ducha antes de ponerme algo cómodo.

Estoy por terminar de empacar mis pertenencias, pero algunas chicas me hablan y me felicitan. Solo me limito a agradecer de un modo cortante. Me urge salir de ahí. Mika se posiciona a mi lado y me pregunta qué sucede. Le contesto que recibí una llamada urgente de casa y que necesito irme. Le pido que le avise a Julie por si me manda a llamar. Ella asiente y me desea suerte. Le doy un abrazo rápido de despedida y salgo de allí. No puedo correr por los tacones altos. Si no quiero torcerme un pie, tengo que tener cuidado. Cuando por fin logro salir por la puerta, me topo con dos hombres vestidos de traje negro. Cubren la pasada. Son enormes y anchos. Los observo por unos segundos. Cuando intento reaccionar y moverme para retroceder e irme por otro lado, uno de ellos cierra todo el paso.

—Non possiamo lasciarla andare —expresa.

Entretanto, me encierran con sus monumentales cuerpos.

No tengo ni idea de lo que dijo, ya que no pude descifrar su idioma.

—No sé qué es lo que busca, pero creo que se ha equivocado de persona. ¿Me permite pasar, por favor? —le pido en mi idioma e intento demostrar tranquilidad.

—Debo avisarle que no la puedo dejar ir.

—¡¿Perdón?! Pero ¡¿quiénes son ustedes?! No me haga que grite más fuerte hasta que llegue la policía.

Por unos segundos no sé qué hacer, hasta que un sonido de un celular se escucha. Los hombres se miran entre sí. Uno de ellos toma el teléfono y comienza a hablar en ese idioma que no he logrado descifrar. Aprovecho la oportunidad de que están distraídos en esa llamada y empiezo a retroceder para huir.

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