




Voy a casarme
Al día siguiente, Daniel se reunió con sus padres. Tenía que mantenerse lo más calmado posible y contarles la noticia con naturalidad; si flaqueaba al seguir el argumento, nadie iba a creerse la farsa.
—Bueno, ya estamos aquí, hijo. ¿De qué quieres hablarnos? —preguntó su madre.
—Voy a casarme.
—¿Cómo que vas a casarte? ¿De qué estás hablando, Daniel? —su padre se mostró sorprendido; no esperaba oír algo así de él nuevamente.
—Voy a casarme en unas semanas, papá, y quiero que toda la familia la conozca.
—Espera un momento, hijo, espera… ¿Con quién vas a casarte, exactamente?
—Con Deanna.
—¿Con quién? ¿Quién es Deanna?
Sabía que su madre lo llenaría de preguntas. Ella deseaba que sus nietos contaran con la presencia de una mujer en casa que no fueran ella misma o Susan, pero esto era demasiado repentino. Ninguno de los dos estaba preparado para oír lo que Daniel tenía que decir.
—Deanna es compañera de universidad de Harry. Estamos saliendo hace unos cuantos meses y decidí casarme con ella.
—¡¿Compañera de Harry?!
—Sí, mamá. Sé lo que estás pensando. Por eso decidimos llevar la relación de la manera más discreta posible.
—Le llevas quince años a Harry, o sea que, si es su compañera de estudios… ¡tiene su misma edad! ¿Vas a casarte con una mujer mucho más joven que tú, con la que solo sales hace unos meses?
—Así es.
—¡Estás loco, Daniel! Mis nietos necesitan una madre, no una hermana.
—Por favor, mamá, no involucres a los niños en esto.
—¿Cómo no voy a hacerlo? ¡Por el amor de Dios, Daniel! ¿En qué estás pensando? No seas necio; no vas a casarte con ella.
—Esa es mi decisión y ya la tomé. No hay nada que puedas hacer al respecto.
—¡Charles, dile algo, por amor de Dios! ¡Tu hijo perdió la razón!
Su padre se inclinó un poco en su asiento y lo miró directo a los ojos.
—¿Está embarazada? —le preguntó.
—¡¿Qué?! ¡No, papá, por favor!
—Entonces, ¿por qué te casas con ella?
—Porque estoy enamorado y me parece que será una excelente compañera. ¿Acaso crees que la única razón por la que una mujer como ella se casaría conmigo es porque está embarazada?
—¡O va detrás de tu dinero! —agregó su madre.
—Estás siendo ridícula, mamá.
—El ridículo eres tú al pretender hacer una locura como esa. Estoy segura de que, si se metió contigo, es porque algo quiere.
—Bueno, mamá, no sabía que tenías ese concepto de mí.
—Sabes bien a lo que me refiero. Últimamente he estado viendo cómo esa clase de mujeres se acercan a hombres como tú solo para sacarles dinero. Eso fue lo que le pasó al hijo de Madison con su “supuesta novia”.
—Deanna no es así.
—¿Cómo lo sabes? Los hombres no pueden pensar bien cuando tienen enfrente un par de piernas bonitas.
—Lo sé porque es amiga de Harry y Laura, y ha demostrado no tener interés en mi dinero. Tiene un trabajo que planeo que deje cuando nos casemos.
—Todo esto es muy repentino, Daniel —dijo su padre.
—Lo sé, papá, pero debes confiar en mi buen juicio. Tú me conoces mejor que nadie y sabes que no me arriesgaría si no estuviera seguro.
—Eso es verdad. No has dado nunca un paso en falso… Bien, parece que tendremos una boda, Camila.
—¡Están locos los dos! Será mejor que traigas a tu “futura esposa” lo antes posible. ¿Los niños ya la conocen?
—No, por supuesto que no.
—Mejor. Si no funciona, al menos no tendrán que ver cómo su padre es abandonado por una mujer más joven.
—Mamá, por favor…
—No, Daniel. No. Estás queriendo meter a una mujer que ninguno conoce en tu hogar, donde están tus hijos, y convertirla en tu esposa. ¿Sabes que serás la comidilla de todos?
—No me interesa.
No había sido un éxito rotundo, pero al menos su padre parecía confiar en él. El verdadero problema sería su madre, que iba a inspeccionar a Deanna desde todos los ángulos posibles para encontrarle defectos.
Él lo sabía y por eso llamó a su cuñada para pedirle que la “entrenara” un poco y la ayudara a elegir un vestuario más adecuado. Laura tendría que darle muchos consejos a Deanna para prevenirla de su suegra.
Camila podía ser implacable cuando se lo proponía y hacerle la vida imposible a su nueva nuera. No era, ni de cerca, la clase de mujer que quería para su hijo mayor.
Al primero que interrogaría sería a Harry.
—¿Cómo conoció tu hermano a esa tal Deanna?
—Yo los presenté. Mamá, Deanna es una excelente persona. No tienes nada de qué preocuparte.
—Por supuesto que sí. Va a compartir la crianza de mis nietos.
—Estás exagerando. ¿Acaso no confías en tu pequeño hijo?
—Claro que no confío en ti.
—¡Mamá!
—Todo esto es muy repentino, Harry. Aquí hay algo raro…
—No hay nada raro, solo que Daniel decidió continuar con su vida. No veo que tenga nada de malo. Tiene todo el derecho de encontrar alguien que lo ame y a quien amar.
—Eso no lo cuestiono, hijo. He estado esperando por este momento desde que Emily nos dejó de esa manera tan horrible. ¡Pero no así!
—Vamos, mamá. Estás siendo intolerante. Conozco a Deanna desde que comenzamos la universidad; Laura también la conoce. Es una persona magnífica en muchos aspectos. No puedo entender cómo es que no salió huyendo de Daniel.
—Porque tu hermano es un hombre importante y poderoso…
—Deanna no va tras su dinero, mamá.
—¿Así le dices? Entonces la conoces bastante.
—Es lo que estoy tratando de decirte.
Ahora más que nunca debían andar con cuidado, al menos hasta que la boda se concretara. El problema no era si Camila la aceptaba o no, porque de todas maneras iban a casarse. El problema era mantener la ilusión el tiempo suficiente para que luego Harry y Laura no tuvieran ningún obstáculo.
Daniel estaba decidido a romper con esa tradición prehistórica de su familia. Sus hijos no tendrían que pasar por eso nunca. Él se encargaría de priorizar su felicidad antes que un mandato heredado que solo servía para poner a las personas en situaciones irrisorias.
Sin embargo, lo cierto era que Deanna había causado una impresión en él que no se esperaba. A pesar de su edad, parecía ser alguien que tenía claras sus metas en la vida, sabía defenderse y enfrentarse a quien tratara de imponérsele. No tenía mal aspecto, era bastante educada y se notaba que no pertenecía al mismo nivel social que ellos, pero eso no la detenía ni la asustaba.
La había conocido hacía solo dos días, pero no podía sacar de su cabeza su imagen cuando se bajó del coche, evidentemente molesta con él, caminando hasta la entrada sin voltearse una sola vez.