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Mereces ser feliz

Susan seguía totalmente desencajada y triste por Harry. Daniel se desplomó en su sillón, tomándose la cara con las manos, como si hubiese peleado una batalla.

—Dios mío… Harry.

—¿Qué voy a hacer, Susan? No sé cómo podremos convivir como hermanos después de esto… ¡Es un mocoso cobarde! ¡Sabía, lo sab...