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Un hijo nace y con él renace el mundo

A medida que las horas pasaban se hacía más difícil. No podía estar de pie, no podía estar sentada, no podía estar acostada. Su cara iba de una sonrisa a una mueca de dolor; Daniel la sostenía, la acariciaba, la masajeaba, hacía cuanto podía, pero sabía que era todo trabajo de Deanna.

Hasta que el ...