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"Grita mi nombre"

—¿Enserió te gusta?

Intentaba sonar lo más tranquilo posible, pero lo cierto es que le obsesionaba poder tenerla en su cama y hacerla mujer y que su primo tenga sentimientos hacia ella era algo que no esperó ni quiso haber escuchado nunca.

—Si y por eso te digo que no permitiré que juegues con ella.

León estaba decidido a todo o nada por Aby. Sabía que la conocía a dos días y que luego no se vieron otra vez, pero eso no cambiaba el asunto en que quería conocerla y llegar a algo con ella, por lo que no dejaría que él se interpusiera en su camino.

Por otra parte, Dante que no pretendía pelear con él, pero tampoco dsrse por vencido, por lo que finge dar un paso hacia un costado. Hacerle creer que pone por encima de sus deseos su relación con su familia fue tan fácil, como anticipar que pronto León se dará cuenta que no se trata nada más que despecho porque su novia, colo siempre, lo dejó por estupideces y después de todo estaba seguro que en algún momento se cansaría y regresaría con ella, con la que llevababa 5 años entre idas y vueltas y siempre regresaba arrodillado a sus pies.

¿Cuánto se demoraría en regresar juntos? Seguramente un par de días por lo que dejaría que hiciera todo por divertirse, aunque él le jugaría sucio porque su virginidad tenía que ser suya como sea.

—Si y no dejaré que me lo arruines— amenaza con determinación.

— Y no lo haré— camina hacia la cocina para sacar las milanesas del horno y servirse una en su plato.

Dante siempre fue competitivo por lo que León no creía mucho en su supuesta rendición y no se quedaría con la duda. Sabía que algo escondía y no debía fiarse de él.

Lo siguió para interrogarlo, bombardearon con preguntas, pero Dante no movió un solo músculo y encendió la televisión para conectar su consola de vídeos juegos.

—¿Vas a responderme?— insiste su primo.

—¿Qué quieres saber?— le dedica su atención en lo que selecciona las características del auto que va a utilizar.

—¿Qué pretendes? Tu nunca te das por vencido y ahora de repente das un paso al costado así como si nada ¿Y por qué tienes su número? ¿Pasó algo entre tu y ella?— y candado de su ostigamiento, hablo.

—Si. Abigail y yo tuvimos algo en el antro, pero quédate tranquilo que aunque se desesperó por acostarse conmigo, no tenía nada que me sirviera. Tu sabes que solo me acuesto con mujeres que me paguen y esa chica no tenía nada que me interese. Nos besamos, nos tocamos un poco y listo. Pero antes que digas algo, ella cumplía una apuesta con las amigas y yo acepte porque... ¡Vamos! Soy hombre y si una mujer se me regala, aunque físicamente no me sea atractiva, yo aprovecho.

León respiró hondo para no darle una buena trompada en la boca, y es que odiaba cuando hablaba de ese modo respecto de las mujeres. Lo cierto es que Dante no pensaba así, solo que si le decía que lo calentó la manera de ser de la mujer, que la profesionalidad con la que sabe hacer sexo oral lo volvió loco y saber aún que nadie había escarvado en las profundidades de su cuerpo era algo que no permitiría que otro se lleve ese premio. Pero debía fingir delante de León.

—Mira, lo que sucedió ya pasó y créeme que no fue tan agradable. Una mujer que no sabe si quiera como moverse encima tuyo no merece un segundo de nuestra atención. Pero si tu deseas experimentar para arrepentirte después, aya tú.— y continuó jugando — y ella me dio su número— concluyó .

—Entonces, dámelo— dice haciendo que detenga su juego y vuelva a mirarlo. —Dame su número si en verdad no te importe que desee estar con ella.

Sin más y luego de soltar un gran bufido, toma su celular, busca en su lista de contactos y le toma captura pantalla, abre WhatsApp y le envía.

—Ahí tienes.

El ruido de mensaje llega al fin y revisando que así sea, es que lo agenda y de inmediato aparece su foto.

—Ahora vete, que me harás perder la partida.

Tan pronto escuchó la puerta del departamento cerrarse, tomó con urgencia su móvil y contestó los mensajes de la joven.

-Es increíble como esa boquita puede decir tantas groserías y mamarla tan bien-

Aby estaba atendiendo a sus clientes cuando de pronto suena su celular y al ver de quien e trataba y que no dejaba de enviarle mensajes le pidió a su compañera que la cubriera.

Se dirigió al baño y comenzó a leerlos uno a uno mientras la vena en su cuello se hacía cada vez más notable.

Sin más, lo llamó y aunque deseaba gritarle se contuvo.

-Escúchame bien, maldito idiota, te exijo que me devuelvas todas mis fotos. ¡YA!- eleva la voz un poco, pero solo escucha sus carcajadas al otro lado. -Mira, Idiota-

"Dante, prefiero que me llames Por mi nombre y, pensándolo bien he tomado la decisión de devolverte todas tus fotos, pero solo si te acuestas conmigo" dice sin más. No quería permitir que su primo logre antes que él su cometido.

-Tu estas loco- espeta con enfado -No pienso acostarme cotigo-

"Es la mejor oferta que te han echo en toda tu vida y no puedes decir que no.

Piénsalo, todos ganamos y yo voy a pagarte muy bien. ¿Quien te ofrecería tanto dinero por tener sexo? Además tendrías de nuevo contigo tus fotos y archivos"

Ella no podía permitirse perder sus archivos, su abuela estaba enferma y tenia los mejores recuerdos en ese celular y no sólo eso. Durante toda su infancia había tenido una amigo al cual quería un montón y por culpa de un cáncer cerebral había muerto. En el móvil guardaba esos recuerdos también y necesitaba recuperarlos. Sin más, respiró hondo y se mostró vencida. Sabía que si no aceptaba ese idiota no se cansaría de extorsionarla y necesitaba sus fotos otra vez.

-Esta bien. Acepto tu mugrosa propuesta-

No espera mucho, porque de inmediato le llegó su contestación.

"Perfecto, ¿A qué hora tienes descanso?"

La urgencia con la que le hablaba hacia que se pusiera más ansiosa, pero no de un modo positivo, sino todo lo contrario.

Ella no deseaba darle su virginidad a un hombre como él, pero quería sus archivos y no tenía salida, por lo que tenia solo unos segundos para pensar como salir aireada.

Por el momento, pensó en postergar el encuentro, pero él mostraba urgencia por "resolver el asunto ese dia" con lo que simplemente le dijo que fuera en su búsqueda a la noche y como no quería que supiera donde vive, se encontrarían en la puerta del local.

"Bárbaro. Esta noche serás mía y como me has pedido, llevaré el dinero en efectivo y te devolveré los archivos"

-Bueno-

"Trae ese conjunto rojo, el de la braga bien finita"

Ese comentario la hizo excitar, puesto a que recordaba la foto que se había sacado con ella. El asunto es que no usaba ese tipo de lencería.

Se había comprado un sostén y en el conjunto vino aquella.

—Estúpida eres Aby— se regaña por haber sido tan idiota en no haber borrado esa foto.

-Ok, hasta luego-

"Hasta esta noche, bonita. Te haré morder la almohada" le dice seguro de sí mismo.

—Y yo te haré dormir un buen raro, bonito— Dijo por lo bajo para sí misma.

Tenia dos problemas:

1- Definitivamente no estaba decidida a acostarse con él, pero si no lo hacía no recuperaría las fotos nunca.

2- Debía hacerle creer que si lo hicieron.

De pronto recordó que su abuela usa pastillas para dormir, por lo que enseguida encontró cómo zafar de ese idiota sin acostarse con el.

Cuando llego la hora de salida, se dirigió a su casa, saludo a su nona, como la llamaba, y se fue a bañar. Por suerte y tenía una semana de vacaciones en su otro trabajo, dado que sus jefes estaban de luna de miel.

Se plancha el cabello, colocó un vestido negro, unos zapatos de 9lataforma, delineador fino con pestañas postizas para resaltar su mirada y labial bordó.

—No por burlarme de ese idiota deba obviar el echo de que quiero verme bien— se dice a sí misma mientras se observa en el espejo. —Una pastillita para dormir y que me de el tiempo suficiente de recuperar mis archivos, unos tres gotas de Caro Cuore en mi cuello— Ama ese perfefume y luego a esperar a que le llegue el mensaje de ese idiota para salir al bar, el que estaría en 15 minutos con UBER —Y lista para darte una lección, nene—

Fue solo sentarse en el sillón del living que el mensaje llegó y miró el reloj, para notar que faltaban 20 minutos.

—Mierda—

"Estoy llegando al local, ven de inmediato"

-Estoy en mi casa, tendrás que esperarme- responde molesta.

"NO. dime donde vives. Paso por ti"

-Ni loca. Espérame, ya llegó mi remis-

Mintió, pero por lo menos no siguió insistiendo en ir a buscarla.

Tan pronto bajó del vehículo, divisó un auto lujoso parado en la puerta de su trabajo por lo que no pudo evitar poner en rostro de asombro.

—Señorita, son 300 pesos— busca en su cartera y le entrega uno billete de 500, espera su vuelto y se retira.

A toda prisa cruza la calle al mismo tiempo que él baja la ventanilla y ella no puede evitar sentir el aroma a su varonil perfume.

—Vestido. Así me gusta, para hacer el asunto más fácil y rápido—

Se sentía como un pedazo de carne, como una prostituta y solo maldecía el no haberle pagado a Cynthia los 5000 pesos por no cumplir la prenda, pero no había marcha atrás.

—Sube— ordena y abre la puerta del copiloto.

Aby pone los ojos ojos blanco y rodea su carro para subirse en él y al hacerlo, Dante no pierde la oportunidad de acercarse y al hacerlo ella se pega contra la ventana sintiéndose incomoda por la repentina cercanía.

—¿Qué haces?— pregunta intimidada, él ríe.

—¿Traes puesta esa braga bien chiquita?

Sus mejillas se pusieron rojas y de inmediato un escalofrío le recorrió el cuerpo haciendo que se moje.

Dante sabía perfectamente leer el cuerpo de las mujeres, oler ese aroma a sexo, a deseo que supo de inmediato lo que su carne le pedía.

—Te ha calentado escucharme, lo sé. — vuelve a poner los.ojos en blanco y él se acerca unos centímetros más y en ese acto pone su mano izquierda encima de su rodilla desnuda y pide —Abre tus piernas para mí.

Ella se queda inmóvil, sin responder al pedido, pero sus piernas le tiemblan y su respiración comienza agitarse. Dante nota la fuerza de voluntad que pone en la resistencia y le recuerda que la tiene en sus manos.

—Tengo el poder sobre ti esta noche. Recuerda que si no me das lo que quiero, no hay fotos— lo mira con odio, pero tenía razón. Además y aunque no lo reconozca, de repente le gustaba como la hacia sentir.

—Te odio— espeta con rechazo pero él le sonríe de lado.

—Abre las piernas tu o te las abro yo— y sin más lo hizo— Buena chica.

Se queda mirándola fijamente mientras memoriza cada detalle en su rostro al sentir como su toque va subiendo por la cara interna de sus muslos, sintiendo en sus manos su piel de gallina y el calor que de su humedad puede percibirse.

—Quiero saber que tanto te has preparado para mí— y al llegar a sus bragas, usa dos de sus dedos para ejercer presión por donde estaba seguro y ansioso que la penetraria minutos más tarde.

Ese tacto hizo que ambos se muerda los labios y ella pegue su cabeza en el vidrio.

Con urgencia él lleva su boca a su cuello y comienza a besarla, en lo que mueve sus dedos por encima de su prenda interior.

—Ba..., bas..., ¡Dio..., Oh!— la excitación no la deja decir una palabra completa.

Dante la observa fascinado.

Su pecho sube y baja, su boca en forma de O no deja de gemir, sus uñas largas se clavan en su brazo y esto provoca que desee empaparse de sus fluidos.

Detiene sus movimientos para introducirlos directamente en su vagina y usar el pulgar para estimularle el clítoris.

Sus gemídos se hicieron cada vez más fuertes y donde estaba clavandole sus uñas podía ver sangre, pero aún así, no se detenía y todo ella lograba ponerlo duro.

—Ahh..., ahhh.

Sumido por la excitación y necesidad de entrar en ese momento en su cuerpo la toma del cuello con su mano libre y la acerca para pegar sus labios y mover su lengua apasionadamente y poder besar uno a uno sus gemidos hasta que la haga alcanzar un orgasmo.

Tan pronto comenzó a sentir como sus paredes se contratan al rededor de sus dedos, supo que estaba por liberarse.

Sujeto su nuca y mordió con fuerza su labio inferior, aceleró sus caricias en su zona sensible y cuando su cuerpo tembló, sus ojos se pusieron blancos, sus pezones se notaron por encima de la tela de su vestido y un grito lo aturdió supo que alcanzo el éxtasis.

—La proxima vez, grita mi nombre— susurró agitado en su oído, para luego incorporarse, tomar una toalla húmeda, limpiarse los dedos y sin siquiera mirarla, pone en marcha el auto.

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