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La oportunidad de hablar.

Él se quedó sentado en el umbral de la casa de ella, mientras la veía subirse a un taxi y no dejaba de sangrarle la nariz.

—Mierda —insultó, entre tanto echó la cabeza hacia atrás esperando a que el sangrado se detenga.

Pasados unos 15 minutos en esa posición, logró que parara.

Cuando se puso bi...