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Juguemos, nena.  

—Hueles tan rico, que podría sufrir un orgasmo con solo inhalarte —susurra pegado a su oreja mientras termina de amarrar su mano derecha a la cama.

—¿Qué vas a hacerme? —le pregunta ella con la respiración agitada y sin perderse ninguno de sus movimientos.

—Voy a lamerte hasta el recoveco más escon...