




Capítulo 7
Victoria se quedó sin palabras, estaba en un trance del cual no podía salir fácilmente. Las palabras de Oliver seguían en su mente agolpándose una y otra vez.
¡Quería que tuviera un bebé para él y Zoé!
Victoria sintió que el tiempo se detenía mientras procesaba las palabras de Oliver. El peso de la revelación resonaba en su interior, dejándola sin aliento.
Sus ojos se encontraron con los de Oliver, buscando respuestas o algún indicio de qué esperaba de ella.
Después de un largo silencio, Victoria finalmente logró articular algunas palabras.
—Oliver, esto es… es demasiado. No sé qué decir.
La sorpresa y la confusión se reflejaban en su rostro. Sin embargo, el miedo por sus amenazas eran mucho más fuertes.
Oliver hablaría de las cosas que le haría si no aceptaba, pero en ese momento sonó su teléfono.
El timbre interrumpió la tensión en la habitación, proporcionando un breve respiro a la abrumada Victoria.
Oliver, con gesto contrariado, miró su teléfono y vio el nombre del remitente parpadeando en la pantalla.
Sin decir ni una palabra, le dedicó una mirada fría a Victoria y salió de la habitación cerrando la puerta.
Victoria, por su parte, aprovechó ese instante para intentar calmar sus pensamientos.
El miedo y la presión que sentía eran palpables, pero la interrupción ofrecía un breve alivio.
El rumbo de su vida se veía cada vez más llena de incertidumbres.
—¿Qué pasó, señora Solís?
La voz de Camila se escuchó al otro lado del parlante, estaba muy afligida, lo que puso muy atento a Oliver.
—Es Zoé, ella tuvo una crisis y se la llevaron a quirófano. Debes de estar aquí Oliver.
La noticia golpeó a Oliver como un rayo. Su corazón latía con fuerza mientras absorbía las palabras angustiosas de Camila.
El mundo parecía detenerse por un momento. El semblante de preocupación y miedo se apoderó de su rostro.
Oliver sintió un nudo en el estómago y un frío recorrió su espalda. Sin perder tiempo, se dirigió hacia Carlos, quien aguardaba expectante.
—Carlos, tengo que ir al hospital de inmediato. Zoé está en el quirófano, y su vida está en peligro.
Sin dar más explicaciones, Oliver se apresuró hacia el hospital, su mente llena de ansiedad y temor. Carlos asintió comprensivamente y se quedó atrás, preparado para ocuparse de cualquier asunto que surgiera.
En el camino, el pensamiento de la propuesta anterior se desvaneció por completo de la mente de Oliver. En ese momento, lo único que importaba era la salud y la vida de Zoé.
Al llegar al Hospital General de Mistwood, Oliver se adentró en la sala del lugar donde los padres de Zoé estaban esperando que el doctor saliera a darles informes.
Camila se encontraba en vuelta en los brazos de Esteban mientras lloraba con intensidad.
El ambiente en la sala de espera estaba cargado de tensión y ansiedad. Oliver se acercó a Camila y Esteban, su expresión reflejaba la misma preocupación.
—¿Han dicho que ha pasado con Zoé? —Oliver preguntó.
Camila negó. En la mente de la señora Solís persistía un gran odio hacia Victoria, ella había hecho que su niña estuviera en esta situación. Maldecía el día en que Victoria llegó a sus vidas.
No quería pensar en que el plan mal armado de Zoé era la razón que la tenía así.
Los minutos parecían eternos mientras esperaban noticias sobre Zoé. La sala estaba llena de un silencio pesado, solo interrumpido por los sollozos de Camila.
Después de algún tiempo, finalmente, la puerta de la sala de operaciones se abrió, y un médico salió.
—Señor Aguirre. —El médico se dirigió a él directamente. Su rostro era serio, lo que le hacía entender a Oliver que las noticias no debían ser nada buenas.
—Doctor Owen, dígame como esta Zoé. —Oliver pidió una explicación.
—Señor Aguirre, la cirugía fue compleja. Zoé tuvo complicaciones inesperadas, Hipotensión para ser más específicos.
»Fue la ruptura de un vaso sanguíneo lo que provocó la pérdida de mucha más sangre de la que consideramos al principio. Hicimos todo lo posible para estabilizarla.
»Actualmente, está en la unidad de cuidados intensivos. Su condición es crítica, pero estamos monitoreándola de cerca. Sin embargo, necesitamos sangre para que pueda resistir al tratamiento.
»Desafortunadamente, el tipo sanguíneo de Zoé es muy inusual y no tenemos reservas en el banco de sangre, tal vez usted o algún familiar puedan ser compatibles.
La gravedad de las palabras del médico resonó en el aire, y Oliver sintió un nudo en el estómago. Buscó desesperadamente alguna señal de esperanza en el rostro del doctor Owen.
—¿Qué tipo de sangre busca? —preguntó Camila.
Zoé jamás había estado en una situación así, a excepción de lo que le pasó en el extranjero, así que no sabía el tipo de sangre de su hija.
—(AB-) Es un tipo de sangre muy difícil de hallar. Ya nos pusimos en contacto con los demás hospitales de la región, pero ninguno la tiene.
»Si no podemos suministrarle al menos un litro de sangre en las siguientes horas, lo siento mucho, pero será muy difícil que la Señorita Solís sobreviva.
Camila comenzó a llorar de nuevo.
Oliver tenía su rostro imperturbable.
Estaba pensando en que hacer al respecto.
No podía permitir que Zoé sufriera de nuevo.
Él se había jurado que esta vez protegería a Zoé contra todo y no iba a decepcionarla.
—Victoria… —La voz de Esteban se escuchó entre los presentes.
La mirada de todos se posaron en él, preguntándose por qué mencionó el nombre de su hija menor.
—Ella tiene ese tipo de sangre. —Lo recordaba muy bien—. Cuando se perdió en el bosque, ella sufrió hipoxia anémica y fue por eso que tuvieron que transfundirle sangre.
»En ese entonces, ella corrió con suerte. El chico que la salvó tenía su mismo tipo de sangre.
Oliver frunció el ceño al escuchar el relato. No sabía nada de lo que le había pasado a Victoria en el pasado.
Oliver, con expresión fruncida, procesó la información. Aunque no le interesaba profundizar en los detalles del pasado de Victoria en ese momento, entendió la relevancia de la información sobre el tipo de sangre.
—Victoria tiene que salvarle la vida a Zoé. —Camila dijo urgente mirando a su esposo.
—No sabemos dónde está y después de lo sucedido…
—Ella lo hará. —Oliver habló sin mirar un punto en específico.
Estaba seguro de que Victoria donaría sangre para Zoé, así tuviera que clavarle la aguja el mismo.
Los señores Solís no dijeron nada al ver la determinación en los ojos de Oliver. Se alegraban de que él estuviera de su lado. Sabían que Oliver se encargaría de traer consigo a Victoria y salvar a Zoé.
Oliver tomó su celular e inmediatamente marcó el número de Carlos para pedirle que trajera a Victoria al Hospital General de Mistwood.
—Carlos, necesito que vengas junto con Victoria al Hospital General de Mistwood lo más rápido posible —dijo Oliver con voz firme, transmitiendo su orden como algo de
urgencia.
En el otro extremo de la línea, la voz de Carlos respondió con prontitud, listo para actuar ante la llamada de emergencia.
—Entendido, Señor. Estaré allí en unos minutos.
Oliver colgó.
Victoria aún se encontraba sumida en sus pensamientos. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que Oliver salió de la habitación, pero tampoco creía que fuera posible salir de ahí por su propia decisión.
Ella desconocía por completo lo que estaba pasando en ese momento con su hermana y que era aquello que la obligarían a hacer.
En la habitación, la incertidumbre pesaba sobre ella, sin saber cuáles eran los eventos que se estaban desarrollando fuera de su alcance.
El sonido lejano de pasos y voces en el pasillo no hacía más que aumentar su nerviosismo, mientras esperaba a que alguien, preferiblemente Oliver, volviera para darle algún tipo de explicación.
En ese momento, la habitación se llenó de una atmósfera cargada de ansiedad, esperando revelaciones que podrían cambiar el rumbo de su vida.
La puerta se abrió y la presencia de Carlos se hizo presente frente a Victoria. Carlos tenía un semblante serio, así se comportaba siempre. Era casi una copia barata de Oliver.
Como si él mismo lo hubiera entrenado.
—Señora Aguirre, debemos irnos.
—¿Y Oliver?
Victoria miró detrás de Carlos, hacia la salida, buscando que alguien más entrara.
—El señor Aguirre me pidió que la llevara conmigo.
Carlos no quiso darle más detalles al respecto.
Victoria asintió.
«¿A caso tengo alguna otra opción que no sea obedecer a Oliver?» Pensó ella.
Ambos subieron al auto y poco a poco se adentraron de nuevo en la ciudad. El auto se desplazaba por la carretera, y Victoria miraba desde la ventanilla trasera con una mezcla de preocupación y ansiedad.
Las amenazas de Oliver resonaban en su mente, generando un miedo que nunca había experimentado. No sabía hasta dónde estaría dispuesto a llegar, y eso la mantenía en un estado de tensión constante.
La visión del Hospital General de Mistwood apareció en la distancia, y un escalofrío recorrió su espina dorsal.
¿Sería posible que Oliver la obligara a someterse a una inseminación in vitro ahora mismo?
La posibilidad de que Oliver la obligara a someterse a una inseminación in vitro en ese momento la atemorizaba profundamente. La incertidumbre sobre lo que le esperaba en el hospital la hacía sentir vulnerable y sin control sobre su propio destino.
El paisaje que pasaba frente a ella se mezclaba con sus pensamientos turbios, y la inminencia de lo desconocido la tenía en vilo.
Victoria se aferraba a la esperanza de que, de alguna manera, pudiera resistir las presiones y decisiones que se avecinaban, pero el miedo persistente no la abandonaba.