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CAPÍTULO 50

Mi mente se nubló y mis piernas se debilitaron, una amarga sensación se expandió en mi cuerpo y me quedé inmovilizada y seguramente, pálida, porque su visita me había tomado por sorpresa, y vaya qué sorpresa.

—Cielo —dijo con voz temblorosa.

Me quedé en silencio, mi mente maquineaba rápido una sol...