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Entendiéndose

—¡Desearías que fuera tu hijo! —pregunto alzando la voz, más firme y directa.

—¡Si!,—fue un grito feroz, su voz estallo recia, osca y seguro, trago saliva  —¿eso es lo que querías escuchar?

Escucharlos arrebatarse la palabra y ese último grito desesperado de Conan alegro a Samara,  quien salió det...