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Cuidado de Jena

—Kenia trae pronto agua tibia, alcohol, vendajes, posiblemente necesite satura. Ordeno sin detenerse,

Era una cas normal, sin muchos lujos, los pisos de madera y una cálida chimenea en la sala. Bastante acogedora y llena de vida. era el calor de la familia.

—¿Quién es?, ¿qué está pasando? quien es esa chica?

—Rápido Kenia, luego te explicaremos todo.  —la miro Derek y le suplico que se apresurara, corrió a llevar lo que su líder le habia ordenado.

Conan recostó a Jena sobre la cama, apretó la herida esperando que Kenia no se tardara tanto, la sangre de su pierna era ya una enorme mancha que habia empapado por completo sus baqueros. Al igual que la bala en su hombro le habia provocado una perdida considerable de sangre.

Kenia entro con una jarra de agua tibia y unas toallas.

—Vamos Conan —noto las dos heridas y su cuerpo forzándose a mantenerse aun en pie —Oh por todos los cielos, Conan debo atenderte a ti primero

—¡No!— rugió imponente, —. Primero ella.

El habia dado una orden y aun que Kenia no era realmente una amiga obediente, se inclinó sobre la cama para comenzar a revisar la herida de la desconocida.

Derek lo saco de la habitación para tratar de sacarle las balas. Bajaron a la cocina.

Coloco agua para entibiarla y busco una pinzas, las coloco en el calor para desinfectarlas. Apenas sacaría las balas Conan debería empezaría a sanar solo. Pero no lo sucedería con facilidad, desde que Débora se había marchado una mitad de su vitalidad se habia ido con aquella gitana.

Derek hizo lo imposible, sacar las balas de un lobo testarudo y poco cooperativo, pero contra toda voluntad lo consiguió, limpio y curo las heridas.

Al terminar de colocarle unas vendas Kenia bajo lentamente las escaleras, traía consigo una canasta con la ropa sucia, con ayuda de una de las mucamas le habían colocado ropa limpia.

Conan se puso de pie esperando buenas noticias. Aún Derek, no terminaba de ponerle los vendajes.

—¡Quédate quieto loco!...

—Hice todo lo que estaba en mis manos, ahora todo depende de ella. —Le informo Kenia —termine de curar sus heridas y suturar las cortadas que fueron profunda.

—Te lo agradezco Kenia…

Derek coloco sobre el pecho de Conan la mano y lo arrojo sobre el sofá de nuevo, el lobo dentro de Conan gruño furioso por la poca delicadeza de su hermano y el dolor que ese movimiento le provoco.

—Quieto o conseguirás que se te abran las heridas.

Obedeció como si fuera un niño chiquito, Kenia le encanto la brutalidad con la que Derek atendía al alfa de la manada.

Derek era el único hijo de los Imperión que heredero el cabello rojo y lacio de su madre, el resto eran castaños y rizados, como el veterano Alfa Boran. y no solo tenía características físicas de su madre, también era su carácter, su bondad y su sabiduría algo que lo distinguía del resto de los hijos Imperión.

Suspiro y quito la mirada atontada que le dirigía a Derek y regreso su atención a Conan, era su curiosidad lo que la movía a sentarse sobre sus piernas frente al sofá. Observaba de cerca como Derek hacia un extraordinario trabajo con el bulto de Conan.

—¿Quién es ella muchacho?, parece que te importa mucho es acaso nuestra próxima mate.

El rostro de Conan se enrojeció como tomate, negándole de inmediato.

—Ella es solo una chica que rescate de un malparido, — raspo su garganta y suavizo su tono de voz —te agradezco lo que hiciste ahora ve a dormir.

—Si lo hare, pero tú me contaras mañana quien es ella.

—No es importante de la forma que tú lo estás pensando.

—Díselo a tu cara entonces.

Derek habia notado una excesiva preocupación por la doctora, pero no se había atrevido a decírselo, claro Kenia era como su hermana y le permitía todo.

—¿Qué’, ¿tú también crees que tengo un interés más allá de salvar la vida de una persona? —Derek alzo las manos en señal de “no dije nada” también subió las escaleras para ir a darse un baño y recostarse a dormir.

Conan se propuso a velar el sueño de Jena, subió y entro en la habitación donde se encontraba desvalido, sentado en el sofá a cuidaría el sueño de su terapeuta, la luz de la luna entraba directo por un traga luz, era una creatura hermosa, desvalida, como una niña sin hogar.

Un ángel que perdió sus alas, una diosa dormida, no encontraba la comparación que le quedara perfecta a su belleza.

No sé explicaba por qué le tenía tanto aprecio. Ni por qué en su pecho el corazón estaba ardiendo de dolor al verla tan inmóvil, cuido cada hora su temperatura a veces parecía aumentar peligrosamente, bajaba calentaba agua y le ponía compresas en la frente.

Todo con una mano, era doloroso mover el brazo derecho.

Se acercó a la cama, su aroma estaba en toda la habitación inundando todo el espacio. La silueta de su cuerpo se delineaba por las sábanas, era una mujer tan hermosa y tan única.

La idea de recostarse a su lado y tocar con sus labios los labios rozados de ella era tan  absolutamente fascínate que casi pudo sentir una suave hinchazón en su entre pierna.

La imagen estaba proyectándose en su cabeza tanto como si fuera realidad como si en realidad esos fueran sus movimientos en otra vida, el casi recostado sobre su frágil y bien tornado cuerpo, sentir el calor emanando y compenetrándose en el suyo, escuchar el suave respiro chocando con sus labios.

Acariciando el termino aterciopelado de su rostro con apenas las yemas de los dedos indignos. Tocar con sus manos las tiernas curvas de su suave cuerpo, y encontrar en sus labios el elixir de pasión, de deseo. De gloria y de muerte.

Sacudió su cabeza y borro toda fantasía. Su respiración era un poco más pesada de lo normal. Conan dio la vuelta y salió de la habitación, antes de cometer alguna barbaridad con Jena.

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