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CAPÍTULO 54 LA GRAN DESESPERACIÓN

Nicola  Dicosta

Estábamos a punto de llegar a la ciudad donde se encontraba Alondra cuando mi teléfono volvió a sonar. Era mi hombre. Contesté de inmediato, pero al oír su voz, supe al instante que algo andaba terriblemente mal.

—Mason, estamos cerca.

—Señor… —Su tono temblaba, impregnado de ...