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CAPÍTULO 30 UN NUDO EN LA GARGANTA

Colgué la llamada y desactivé los datos del teléfono. Al menos me reconfortaba saber que se preocupaban por mí, aunque, en el fondo, siempre supe que mi única verdadera familia había sido George, mi tía —la madre de Estefanía— y, claro, Estefanía misma. Al final del día, estaba completamente sol...