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CAPÍTULO 32. Duelo de sed de sangre

—¿Qué quieres decir con quererla para ti mismo? —preguntó Mykel a su hijo para que aclarara.

—Lo que quiero decir, papá, es que me siento atraído por esa mujer en tu habitación —dijo Ralph sin un atisbo de arrepentimiento en su voz. Mykel sabía con certeza que su hijo hablaba en serio, pero aún así...