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CAPÍTULO 34. ¡Me da vergüenza, que seas mi hermana!

Rafael:

Desperté con una sonrisa en mis labios, como tenía tiempo no hacía. Me levanté, me duché y envuelto en una toalla, caminé hacia la mesa en donde tengo mi laptop. Me senté frente a esta.

Revisé mis correos, me levanté de la silla y me dirigí al vestier para vestirme cómodo. Luego, salí ...