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Capítulo 22: Un futuro incierto

La bruma salada roció mi rostro como una bendición mientras nuestro barco se alejaba de las malditas costas. Me aferré a la barandilla, abrumada por un mareo de alivio. Al fin habíamos escapado del nido de víboras. Los vastos mares abiertos nos llamaban, ofreciendo la esperanza de una nueva vida sin...