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Capítulo 10: Una tregua incómoda

Pasos pesados resonaron desde dentro. La puerta se abrió de golpe por una mujer de ojos desorbitados que apenas reconocí — Sarah. Su cabello lacio colgaba en mechones grasientos sobre un rostro demacrado. Detrás de la furia en sus ojos inyectados de sangre se escondía algo roto, atormentado.

—¡Tú! ...