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Capítulo cincuenta y tres 53

El hombre soltó un gruñido de dolor y retrocedió un paso. Bajó la cabeza y observó con incredulidad cómo la sangre brotaba alrededor de la hoja.  Luego alzó la mirada, y con sus ojos llenos de furia y odio, vociferó.

—Maldita perra, de que te mato, te mato.

Él con el puño cerrado le propinó un gol...